La zona portuaria de Barranquilla cerró un año histórico. En 2024 se movilizaron más de 13,4 millones de toneladas de carga, un incremento de 9 % frente a 2023 que rompió todos los récords existentes sobre el desempeño de un sector determinante para la economía del Atlántico. Granel alimenticio e industrial y coque, el primer producto industrial de exportación de Colombia, entre otros tipos de carga, jalonaron las cifras, todas positivas, que situaron a nuestra ciudad puerto como la de mayor crecimiento del país el año anterior.

Esta dinámica sin precedentes en la actividad portuaria fue impulsada por un círculo virtuoso de esfuerzos de administraciones públicas y privadas con el liderazgo de Asoportuaria, el gremio que trabaja para posicionar las terminales locales como epicentros del comercio exterior, mientras vela por garantizar las condiciones de navegabilidad del río.

Justo en esta estrategia articulada, en particular, con Cormagdalena y la Dirección General Marítima, Dimar, reside buena parte del éxito de un año coronado por una serie de logros.

El más importante, el histórico calado de 10.4 metros en el canal de acceso que mejoró la operatividad de la zona portuaria. La continuidad de las labores de dragado financiadas con recursos del Gobierno nacional, además en los puntos críticos que requieren intervención prioritaria, según dictamina el análisis oportuno de los datos batimétricos de la Capitanía de Puerto de Barranquilla, ha sido la clave para asegurar la normalidad en todas las actividades.

Por fin se empezó a entender que resulta imprescindible articular tecnología e innovación para tratar de leer al río Magdalena. Este es un cuerpo de agua vivo, con una dinámica estuarina y de transporte de litoral, sujeto al impacto del cambio climático y a fenómenos como la tala de árboles en el centro del país, que demanda un mantenimiento permanente.

La estabilidad en el calado superior a los 10 metros, hito alcanzado durante los dos últimos años, ha sido definitiva para reestablecer la confianza de los generadores de carga. Algunos de ellos quedaron espantados luego de las otrora crisis de navegabilidad, como la de julio de 2021, cuando este se desplomó a solo 6.7 metros, lo que obligó a declarar la calamidad pública y a restringir las operaciones en un 80 %, comprometiendo la competitividad, confiabilidad y reputación de Barranquilla como importante destino industrial y portuario.

Lecciones aprendidas que merecen ser atesoradas para valorar todo lo que está en juego, en especial los 24 mil empleos directos e indirectos que genera esta actividad en nuestro entorno. La condición portuaria de Barranquilla ha sido definitiva para construir su capital económico y en la medida en que se abran nuevas oportunidades con el aumento sostenido del calado para que arriben barcos de más capacidad será posible superar en un corto plazo los actuales registros de movilización de carga, con costos logísticos mucho más eficientes.

¡Sí se puede llegar a 11 metros de calado! Esa tiene que ser la principal apuesta para elevar la competitividad de la zona portuaria, cuyos responsables tienen razones de sobra para celebrar después de atravesar momentos difíciles. En EL HERALDO hemos sido testigos de ello. Sin embargo, cautela y enfoque, porque los retos por delante aún son ingentes. Se deben solventar los focos de inseguridad en el corredor portuario, afianzar la lucha contra el narcotráfico, acelerar la transformación digital y la transición energética, adecuar o expandir los muelles y garantizar la inclusión socioeconómica de sus comunidades vecinas.

Sin duda, es el momento del río Magdalena. No solo por el comportamiento del sector portuario que exhibe datos tan alentadores, también porque en torno a él se están abriendo nuevos horizontes para el turismo sostenible y dentro de poco veremos cruceros navegar por sus aguas. La combinación de acciones entre los sectores público y privado, con seguridad jurídica, estabilidad regulatoria y confianza inversionista pueden hacer de él un verdadero eje de progreso.