Si hay un sector que en la actualidad representa lo que se percibe como una tormenta perfecta ese es el de la salud. Su crisis inducida y advertida con insistencia durante los últimos dos años, también comparable con una bomba de relojería politizada, amenaza con provocar irreversibles estragos entre quienes requieren una atención oportuna y de calidad, que al final somos todos los ciudadanos, más allá de cualquier condición económica y social.
Por eso, en medio de las desalentadoras noticias que a diario nos generan una enorme incertidumbre, no podemos menos que recibir como un soplo de aire fresco la apertura del Nuevo Hospital Barranquilla. Toparse con esa mole de modernidad en el populoso sector de la carrera 33 con calle 33, en el corazón mismo del barrio San Roque, sí que impresiona. Impacta todavía más ingresar a él, recorrer sus cuatro niveles y conocer la oferta de servicios que ya está a disposición de los más de 500 mil habitantes del suroccidente y del Centro, entre otras zonas de la ciudad, que merecen una verdadera atención humanizada en salud.
Y así es porque la salud siempre debe ser una prioridad. Se puede tener garantizado empleo digno, educación, vivienda u otros derechos, pero de poco o nada sirven si una persona no disfruta de un “estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente de la ausencia de afecciones o enfermedades”, como señala la Organización Mundial de la Salud.
Si se compara con lo que antes había, el diferencial en materia de servicios e instalaciones salta a la vista. Esta institución pública de alta complejidad, operada por el talento humano en salud de MiRed IPS, habilitó 122 camas para hospitalización y urgencias, 16 de uci, cinco salas de cirugía: tres de ellas convencionales y dos de partos, 14 consultorios generales, unidades de odontología, laboratorio clínico, servicios pediátricos y de imagenología, entre otros, que redefinirán su vocación. Porque además de su habitual atención de trauma, se enfocará en satisfacer la demanda ciudadana sobre nacimientos con una unidad neonatal.
Bajo las actuales circunstancias de limitación o restricción de servicios de salud en el país, el Distrito asegura no solo cobertura, también acceso con oportunidad y continuidad en la prestación para los usuarios del régimen subsidiado, trabajando de la mano con EPS y rentabilizando los recursos que recibe a través del Sistema General de Participaciones (SGP), dispuestos por la Nación para tal fin. Es un camino virtuoso que ha recorrido durante los últimos años la red pública de salud de Barranquilla, que con sus 3.500 funcionarios, está a cargo de los 39 Pasos, Caminos y hospitales que funcionan en las cinco localidades.
Nada más frustrante que acudir a un centro asistencial para no ser atendido o serlo en un ambiente hostil, arbitrario, que vulnere principios básicos como la pertinencia o seguridad. Esa sensación de malestar deteriora la salud mental de la gente, que con sobrados motivos termina desesperada y, sobre todo, decepcionada del sistema. Por consiguiente, cuán importante debe ser para los barranquilleros preservar su modelo público de salud, al que acceden con facilidad porque es cercano, eficiente y útil. Por supuesto, tiene oportunidades de mejora, pero lo que ha construido el Distrito ya es un referente nacional, del que podemos sentirnos orgullosos, como debemos estarlo de nuestro talento humano en salud.
Razón tiene el alcalde Alejandro Char cuando le dijo a EL HERALDO que al “Nuevo Hospital Barranquilla no se le negó nada”. Más de $200 mil millones, plata de los ciudadanos vía estampilla Prohospitales, se invirtieron en esta obra que es la punta de lanza de un proyecto aún más ambicioso. La antigua sede del centro asistencial, ubicada justo al lado, se intervendrá para dar vida al programa de medicina de la Institución Universitaria de Barranquilla (IUB) y, de esa manera, seguir respondiendo a la alta demanda de los jóvenes para formarse en esta área, como se demostró con los disputados cupos de la Uniatlántico.
Eso es entender con responsabilidad lo que pasa y actuar en consecuencia. Hacemos votos para que los ministerios de Educación y Cultura, ante los que se deben adelantar los trámites, lo asuman así y concedan sus avales con prontitud para avanzar. En Barranquilla tenemos retos por delante, somos conscientes de ello, pero también nos hacen falta dosis de optimismo y las encontramos en estos anuncios que confiamos en que se hagan realidad.