Exactamente hace 8 meses, el 25 de mayo de 2024, el mundo del cine veía cómo el festival más prestigioso de este arte, el que se celebra en Cannes con las playas de la Costa Azul francesa como testigo, hacía algo impensado, otorgaba el premio de Mejor Actriz a todo el elenco de una misma película: Emilia Pérez.

Esa fue la primera vez que se empezó a escuchar con fuerza el título de este filme protagonizado por la intérprete trans española Karla Sofía Gascón; la norteamericana de ascendencia dominicana, Zoe Saldaña, y la superestrella de la música, la estadounidense de ascendencia mexicana Selena Gómez. Y su reconocimiento no es gratuito. Cuando se lee la sinopsis que intenta explicar la rocambolesca historia creada por el cineasta galo Jacques Audiard inmediatamente salta a la vista lo peculiar que es y seguirá siendo.

Pongámonos en situación. México, la violencia de los carteles del narcotráfico que rodea sin remordimiento a la sociedad del país azteca y su mayor delincuente, Juan ‘Manitas’ Del Monte, quien en un proceso de introspección y autorreconocimiento, decide que su infelicidad ha sido causada por la búsqueda de la identidad, al estar en un cuerpo en el que no desea vivir y, por eso, decide empezar un camino para ser mujer, ser Emilia Pérez. En su cambio de sexo, busca la ayuda de una abogada para no perder su fortuna ni sus hijos.

Solo esa premisa aumenta la expectativa y si a eso le suma que está contada en una suerte de ópera musical, el fenómeno cinematográfico ha ido creciendo con una ola de comentarios amplificado en redes sociales. Sin embargo, Emilia Pérez ha estado plagada de luces y sombras, de aciertos y desaciertos.

Mientras se va haciendo más relevante con nuevos premios y nominaciones, como sus 4 Globos de Oro, sus históricas 13 candidaturas a los Óscar -siendo la cinta de habla no inglesa con mayor número de postulaciones- y teniendo a Karla Sofía Gascón como la primera mujer trans nominada al premio de Mejor Actriz; en México pusieron el grito en el cielo.

Dicen que reduce a un retrato estereotipado su cruda realidad del tráfico de drogas y la desaparición forzada de personas. Adicionalmente, como fue filmada, en su gran mayoría, en un estudio de París, lejos del foco del conflicto y con una sola actriz mexicana, Adriana Paz, acusan a Audiard de frivolizar a su país, a tal punto de que llaman a boicotear el filme.

Esto, sin contar el tema de los acentos de actrices como Selena Gómez, blanco de memes y comentarios en redes sociales por sus evidentes falencias y los mensajes de acoso y violencia contra Gascón en redes sociales que fueron denunciados por ella misma.

Más allá de la tormenta mediática, la cinta que se acaba de estrenar en nuestras salas de cine invita a verla, a criticarla y a cuestionar lo que pone en evidencia. Al final, es lo que hace el arte propone porque las películas, en ocasiones, son el reflejo de lo que somos como sociedad y de cómo se interpretan nuestras circunstancias desde trincheras más distantes.

Emilia Pérez es un experimento que mezcla melodrama, comedia y musical con un resultado exitoso que, al margen de señalamientos, confirma que cuando en el cine se conectan estos elementos, las emociones fluyen y salen a flote. No cabe duda alguna que la película se llevará a casa más de un Óscar el próximo domingo 2 de marzo y la polémica a su alrededor se acrecentará. Sin embargo, conviene recordar que el arte jamás está exento de ella y que el proceso de analizar o cuestionar resulta provechoso para avanzar como sociedad crítica.