Ha caído el telón del Carnaval Internacional de las Artes. En su edición 2025, la denominada “Fiesta de la Reflexión” volvió a demostrar que es un invaluable espacio para el encuentro de la palabra, la música, las letras, el pensamiento y la creatividad, como lo ha sido desde su creación. Porque justamente está pensado para traspasar las barreras o los límites de lo verosímil, y, ¿por qué no?, de la razón. Fue así que cobró vida aquí en la Arenosa, tierra de innovadores talentos alrededor de las artes y la cultura, como lo atestiguó el mítico Grupo de Barranquilla que escogió como su refugio a La Cueva, actual epicentro del evento anual.

Fueron tres días de deliberaciones insurrectas en el entrañable escenario de Veinte de Julio con carrera 59 esquina, donde los asistentes se regodearon de placer contemplativo al evocar el inquebrantable legado de intelectualidad, también de mamagallismo puro y duro de Gabriel García Márquez, Alejandro Obregón, Álvaro Cepeda Samudio, Germán Vargas y Alfonso Fuenmayor, entre otros eternos que insuflaron el espíritu del Carnaval de las Artes.

Nada distinto al goce de la escucha compartida bajo una singular frecuencia de emociones.

Las charlas, conversaciones y presentaciones artísticas estructuradas por los organizadores y efectuadas por 50 personajes de diversos ámbitos fueron –en virtud de su conocimiento empírico o científico– un bálsamo para la aridez de pensamiento crítico y debate público que deseca nuestras discusiones esenciales. Seguramente, visto lo visto, todo resulta factible de mejora, pero ciertamente lo vivido se convirtió, para quienes lo atesoraron, con su presencia, en una forma de celebración llena de deleite o regocijo, como cualquiera de los muchos festines que por estos días se escenifican en los rincones de Curramba, la bella.

En esta ocasión, el evento que en los últimos dos años se realizó pasadas las fiestas en honor al dios Momo, retornó a su esencia original, a ser la antesala del Carnaval de Barranquilla, tal como lo concibió hace 19 años su creador, el excelso escritor, periodista y gestor cultural Heriberto Fiorillo (QEPD), la ‘madre’ de este gran concierto del arte, la cultura y el dejar ser.

Como antes, como ahora, también a título personal, EL HERALDO acompañó las disertaciones. Nos gusta estar ahí, nos identificamos liberales, contestatarios e irreverentes como muchos de quienes se expresan con la transgresora libertad de decir y sentir lo que piensan. También es una forma de tributar un inacabable homenaje al maestro, a ‘Fiori’, coincidiendo con lo que nos expresó Hernán Maestre, presidente del Consejo Directivo de la Fundación La Cueva, cuando señala que “la consigna es el sostenimiento del legado de Heriberto Fiorillo y la manera de nutrirlo continuamente. Gran responsabilidad y un honor”.

El regreso a la raíz del Carnaval Internacional de las Artes debe reafirmar su propósito de enriquecer el valor de nuestra fiesta grande, que como ‘Fiori’ nos enseñó no solo se circunscribe a danzas, disfraces o música, eso sería un anatema de la fe carnestoléndica. Este también es pensamiento, memoria, creatividad, sostenibilidad e innovación. En últimas, un circuito de excelencia donde los grandes pensadores y artistas del mundo se reunieran para dialogar con el público, intercambiar ideas y demostrar que el arte no es solo un espectáculo, sino una herramienta poderosa de transformación y movilidad social.

‘Fiori’ se ha ido. Pero esto no es excusa para malbaratar su valiosa herencia cultural. Momo nos libre de tal herejía. El Carnaval Internacional de las Artes, un verdadero encuentro de mentes brillantes, debe engrandecerse con un real respaldo económico e institucional para que salga a las calles, teatros, parques, espacios públicos de la ciudad, como antes. Incluso, en medio de nuestra lamentable como lacerante falta de escenarios culturales, como el Amira de la Rosa, donde fuimos tan felices, o el soñado complejo Parque Cultural del Caribe.

No se diga más. Urge ir en contravía de la venerable máxima de La Cueva, “nadie tiene la razón”, que alude a sus exquisitas juergas intelectuales. En este caso, extendamos como un mantra aquello de “somos muchos a los que nos asiste la razón” para exigir que el Carnaval Internacional de las Artes tenga no solo una larga vida, sino una garantizada con todo lo necesario para que sea esplendorosa. Ahora sí, ¡que comience el Carnaval de Curramba!