La Superintendencia de Sociedades le negó a Nitrofert la compra de activos de Monómeros. Decisión que en ningún caso supone el final de esta historia. Más bien todo lo contrario. Justo ahora, la filial de Petroquímica de Venezuela (Pequiven), que tiene su sede principal en Barranquilla, debe acelerar e intensificar las acciones para gestionar su administración en los frentes financiero, organizacional, operativo, competitivo y jurídico que les sean provechosas en el propósito, nada fácil por cierto, de darles la vuelta o revertir los malos resultados por las pérdidas que han acumulado durante cuatro años, al menos, desde 2018.

Como tirar la toalla no es opción ni vender tampoco, convendría saber cuál es la minucia del plan de mejoramiento en marcha, aprobado hace apenas semanas por los accionistas de la empresa, que contará con el acompañamiento de la Supersociedades. No olvidemos que la entidad mantiene a Monómeros en la mira, bajo su máximo nivel de supervisión o “control”, decidido en enero tras confirmarse la intención de compra de la firma Nitrofert.

Al margen de los resultados, la Superintendencia de Sociedades tratar de asegurar que Monómeros continúe funcionando, mientras la compañía venezolana estructura su proceso de salvamento, de reorganización, ante sus evidentes riesgos financieros que la acercan a la insolvencia. Los más dramáticos, un flujo de caja operacional negativo, ingresos que en los primeros 9 meses de 2024 se desplomaron 30 %, morosidad en el pago de proveedores, ausencia de capital de trabajo, dificultades para acceder a fuentes de financiación externa, falta de recursos para atender el giro ordinario del negocio, pérdidas operacionales por la caída de precios internacionales de materias primas y, en definitiva, aumento en el pasivo.

Con el telón de fondo de un panorama tan crítico, decide la Superintendencia, en virtud de su máximo control sobre Monómeros, denegar su venta a Nitrofert. Y argumenta tres razones. La primera, dice que no se acreditó que el propósito del negocio fuera preservar la empresa como unidad productiva y fuente generadora de empleo, sino más bien había un interés de venta de activos indeterminados. La segunda, habla de falta de información clara, suficiente y precisa sobre la remuneración o beneficio para la compañía venezolana. Y tercero, en el caso del comprador, advierte que es una sociedad recién constituida en octubre pasado, que no tiene su capital pagado, la cual expresa ser parte de un grupo empresarial, algo que no consta en su certificado de existencia ni en la representación legal.

No cabe duda de que las razones esgrimidas por la Supersociedades le dan peso a su decisión. Más allá de suspicacias políticas debido a las reticencias sobre la venta expresadas en su momento por el presidente Petro, es creíble que el organismo de vigilancia deniegue la adquisición si estima que va en contravía del plan de reorganización de la compañía, con el que se busca preservar su existencia y, de paso, los 1.900 empleos directos e indirectos que genera dentro y fuera de Barranquilla. En definitiva, el objetivo principal de su intervención.

Sin perder de vista, por supuesto, su decisivo impacto en la producción de fertilizantes, insumos químicos, industriales y agropecuarios que abastecen en buena medida al campo nacional. Pese a haber perdido competitividad en un sector al que han ingresado nuevos jugadores, de hecho Nitrofert aspiraba a concretar la compra de sus activos para convertirse en el líder del mercado, Monómeros continúa siendo un actor clave en el agro colombiano.

Las llaves que aún no aparecen por ningún lado son las que abrirán la renovación, a partir de junio de 2025, de la licencia de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (Ofac), la agencia del Departamento del Tesoro de Estados Unidos que mantiene vigentes las sanciones contra el ilegítimo régimen de Nicolás Maduro. Hasta hace pocas semanas, la Supersociedades indicó que no le constaba que Monómeros hubiera iniciado este trámite.

De manera que la empresa puede reducir pérdidas, mejorar su flujo de caja, disminuir gastos o adoptar medidas frente a la cesación de pagos, en otras palabras, hacer la tarea. Sin embargo, sus esfuerzos podrían estrellarse contra el pragmatismo transaccional en política exterior de Trump, quien le dio 60 días a Chevron para cerrar sus operaciones en Venezuela. Colombia, que arrancó con el pie izquierdo su relación con el republicano, y que podría descertificarnos por nuestro desempeño en la lucha antidroga, no tendría margen de maniobra.

¿Alternativas? Se escuchan propuestas. Confiemos en que ante este escollo la Superintendencia guarde un as bajo la manga para lanzarle un salvavidas a Monómeros.