Ninguna promesa por fuera del cierre del boquete de Cara ‘e gato, en San Jacinto del Cauca, Bolívar, calma a los habitantes de la Mojana. Así lo han ratificado y demostrado en todos los escenarios posibles donde le han dejado claro al ‘Gobierno del Cambio’ de Gustavo Petro que sin ese cierre la vida en la zona es incierta.

Y no mienten. Por esa abertura que hoy alcanza los 60 metros y que con el anuncio de llegada del fenómeno de La Niña de seguro se va a ampliar, se siguen filtrando las aguas del río Cauca que están alojadas y hasta descompuestas, en muchas zonas de los municipios de Majagual, Guaranda y Sucre-Sucre, donde los colegios no han podido ser utilizados obligando a los estudiantes a recibir sus clases en amplias terrazas, debajo de árboles y hasta en las cantinas de los pueblos que sí están en tierra seca y firme.

Ante un panorama como ese cualquiera se pregunta: ¿hay suficientes y buenas condiciones para impartir y recibir una educación de calidad? Los maestros, algunos nativos de la zona, hacen sus mejores esfuerzos por formar a sus coterráneos en medio de las adversidades, pero la realidad desanima a cientos de niños, niñas y adolescentes que hasta exponen sus vidas para ir a las escuelas cuando no poseen transporte escolar y se ven obligados a pedir ‘chance’ en carros transportadores de carga que transitan por el territorio.

Y qué decir de aquellos que huyendo de las aguas llevan más de tres años de estar viviendo en la incomodidad de los cambuches de plástico, madera y zinc ubicados en las orillas de la arteria vial que va desde San Marcos hasta Guaranda, en la Mojana de Sucre, que es además la zona que más municipios le aporta a la conformación de la otrora despensa agrícola de Colombia que abarca también a los departamentos de Bolívar, Córdoba y Antioquia.

De las grandes extensiones de siembra de arroz, que se daba en dos temporadas al año, solo queda el recuerdo. El pequeño, mediano y gran productor está en la ruina: no siembra, no tiene qué comer y le debe al Banco Agrario el dinero que le prestó y los intereses que estos han seguido contabilizando sin piedad alguna porque los anuncios de condonación que el presidente Petro les ha dado no se han hecho realidad, como tampoco la entrega de subsidios y menos la comida caliente de las cuestionadas y hasta politizadas ‘Ollas Comunitarias’.

En fin, nada de lo prometido les ha llegado. Es por eso que los mojaneros, en su mayoría, poco o nada le creen al cambio que les prometieron y que como dice Camilo Daza Regino, del Pacto Social por la Mojana, fue un cambio para mal. Por eso se arrepiente, y lo dice a boca llena, de haber depositado su voto de confianza en las urnas.

Este líder de la zona, que integra el gremio ganadero, es otro golpeado por la devastadora ola invernal que tuvo su punto más álgido la noche del 27 de agosto de 2021 cuando el Cauca se metió por Cara ‘e gato y no lo han podido sacar porque no ha habido, según los afectados, “una real voluntad política para hacerlo”, pero ellos como ciudadanía unida y organizada sigue dando la pelea para lograrlo, al punto que vienen realizando de forma juiciosa –en compañía de los entes de control del país– seguimiento al fallo de la acción popular que instauró la Defensoría del Pueblo y que un Tribunal de Cundinamarca falló en favor de los habitantes de la Mojana.

No en vano la Procuraduría General de la Nación le acaba de solicitar una visita de inspección, a la zona de la tragedia, a las tres corporaciones ambientales que tienen jurisdicción sobre ese territorio. Cuando los funcionarios arriben a ella se van a encontrar un boquete de 60 metros abierto por donde el río Cauca mete sus aguas, y en cada extremo una inmensa muralla de color blanco que está conformada por las megabolsas que instaló el Consorcio RCG que adelantaba esas obras.

Esos trabajos están paralizados desde julio de 2024 y no fueron pagados en su totalidad por este gobierno, que los dio por terminados desde septiembre de la vigencia anterior cuando a su vez anunciaron en una reunión en la ciudad de Montería –propiciada por el gobernador de Córdoba y actual presidente de la Federación Nacional de Departamentos, Erasmo Zuleta Bechar– obras de emergencia que no cumplieron y que más bien fue una estrategia que le sirvió al gobierno de Gustavo Petro para desmontar el paro denominado La Batalla por la Mojana que ya el 7 de agosto estaba surtiendo efectos de parálisis en La Apartada, Córdoba, sobre el puente San Jorge.

Desde el Pacto Social por la Mojana no solo advierten presuntos sobrecostos en las obras que ya la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres y el Fondo Adaptación contrataron y que hacen parte del recién anunciado Plan Mojana, sino también de la realización de un paro nacional que solo será levantado cuando se cierre Car ‘e gato, es decir que tanto el paro como las nuevas inundaciones están latentes.