Hay preocupación. Existe algo de inconformismo. Después de cuatro derrotas en los últimos cinco partidos, tres de forma consecutiva, nadie puede estar tranquilo. Los jugadores, cuerpo técnico, dirigentes, hinchas, periodistas y todos los que se mueven en el mundo de la selección Colombia deben tener algo de estrés.
Aunque se trate de la Eliminatoria Sudamericana con mayores oportunidades de acceder a un Mundial (solo tres de 10 equipos quedarán eliminados gracias al formato inédito de un torneo ecuménico con 48 selecciones, seis cupos directos y uno de repechaje para el séptimo lugar en Conmebol), los resultados recientes no han sido los esperados y se han evidenciado falencias colectivas e individuales en las que no se está progresando.
Se han presentado reparos a las convocatorias de Néstor Lorenzo y crasos descuidos en los partidos que han representado la pérdida de valiosos puntos que ahora tendrían al combinado patrio en una posición más cómoda y pensando en probar nuevas alternativas, en proyectar un equipo y en afianzar su idea de juego hacia la cita en Estados Unidos, México y Canadá 2026.
Las cuatro caídas en las últimas cinco salidas descendieron al conjunto nacional a la sexta posición, en donde solo supera a los cuatro peores seleccionados del clasificatorio hasta ahora, Chile, Perú, Venezuela y Bolivia.
¿Es correcto alarmarse? Al menos es preferible eso que confiarse, por más que todavía se tengan seis puntos de ventaja sobre el séptimo, que es Bolivia. La Eliminatoria, sobre todo en el formato anterior, pero incluso en el de ahora, es un desafío complejo, el nivel entre la mayoría es demasiado parejo, y pequeños detalles pueden representar la despedida de la cita mundialista. Colombia se quedó una vez fuera por diferencia de gol (Japón y Corea 2002) y otras tres veces por un solo punto de diferencia (Alemania-2006, Sudáfrica-2010 y Catar-2022).
Rumbo a la competencia en territorio catarí, cuando parecía que los dirigidos por Reinaldo Rueda, técnico de ese entonces, tenían un camino ganable y varias ‘vidas’ para sellar el tiquete, se entró en una larga racha sin gol y la clasificación se esfumó de manera increíble.
Aparte, por la manera dispersa en que se desarrolla, con el transcurrir de meses entre una y otra fecha, la actualidad, nivel de juego y estado físico de los equipos varía y se presentan altibajos. Colombia cumplió con una muy buena primera vuelta.
La invitación a los integrantes de la selección Colombia, a la crítica y a la afición es a no dormirse en los laureles de una Eliminatoria que brinda amplias posibilidades de volver a un Mundial. Frente a Paraguay debe ser una final en la que se deje todo en la tribuna y, especialmente, en la cancha, sin aplazar los esfuerzos, sin ánimos de figuración individual, pensando siempre en Colombia, en lo que le conviene al equipo y no a un solo jugador.
La unión hace la fuerza en los dos escenarios. Cuando el árbitro argentino Facundo Tello suene el pitazo inicial, a un lado deben quedar los desacuerdos de los hinchas con Lorenzo o con X o Y jugador, el respaldo debe ser total y durante los 90 minutos.
Superar a la Albirroja, que enderezó el rumbo desde la llegada del técnico argentino Gustavo Alfaro, el mismo que contribuyó a dañarnos el ‘caminao’ en la ruta a Catar como técnico de Ecuador, es un reto crucial para liberar presión, mantener un buen ambiente y acceder a la cita en Norteamérica por la vía menos estresante.
Esta vez se optó por obviar la innegable ventaja que representa jugar a las 3:30 p. m., con el calor y la humedad de Barranquilla. El cuerpo técnico y los jugadores se inclinaron por el horario de 7 de la noche, que seguramente es menos hostil para el estado de ambos conjuntos, especialmente para aquellos que no están acostumbrados.
De todas formas, bajo el sol o la luna, con lluvia o con brisa, contra viento y marea, la selección Colombia debe salir a ganar, a recuperar los puestos de vanguardia y a acercarse mucho más a la clasificación. No prolonguemos la angustia, no le agreguemos drama a la clasificación. El pellizco es ahora. Llegó el momento de sacudirse.