En el adverso tiempo de la pandemia, en el que el desempleo aprieta, han sido un bálsamo de esperanza las exitosas historias de jóvenes emprendedores de la Región Caribe que se le midieron a innovar cuando nadie daba un peso por sus iniciativas. En esa misma línea aparecen las arriesgadas apuestas de empresarios que de la noche a la mañana decidieron darle un timonazo a su vocación para embarcarse en nuevos negocios ajustándose a las actuales circunstancias.

Las matronas de Luruaco, las hacedoras de pasteles de Pital de Megua o de bollos de Ponedera, además de los productores de bocadillos de Palmar de Varela y de butifarra de Soledad son testimonio vivo de cómo aun en medio de las circunstancias más difíciles es posible iniciar nuevos proyectos. La reinvención de los festivales gastronómicos del Atlántico a través de la virtualidad abrió un prometedor camino que ya recorren con gran pericia los trabajadores de la cocina tradicional del departamento, que no han parado de elaborar y distribuir sus productos durante los últimos tres meses.

Esta experiencia, de gran acogida en Barranquilla y el resto del Atlántico, y aplaudida en Colombia entera, generó más de 600 empleos, entre directos e indirectos, durante las cinco paradas de esta ruta promovida por la Secretaría de Cultura y Patrimonio de la Gobernación que se anotó un hit en esta inédita coyuntura. Sazón Atlántico demostró ser un ‘gana-gana’ para los distintos actores que se le midieron a ser parte de la cadena logística de este ejercicio de adaptación que vale la pena fortalecer y mantener para llevar todo el año los productos de los hacedores de los sabores y saberes ancestrales del departamento a la mesa de los comensales.

Es una buena noticia saber que la feria gastronómica Sabor Barranquilla se realizará bajo este mismo formato, gracias a una alianza con Sazón Atlántico, entre el 17 y 27 de septiembre. Una vez más los amantes de la buena cocina local tendrán la oportunidad de degustar las exquisiteces de nuestros platos más autóctonos, pero sobre todo podrán mostrar su lado más solidario para apoyar a familias vinculadas con este sector, que en la ciudad y en los municipios han afrontado los efectos de esta temporada aciaga, que se empieza a dejar atrás. Eso sí, que nadie olvide lo que ha costado en términos de vidas humanas y en la disminución de la calidad de vida de personas de todos los sectores socioeconómicos.

Barranquilla empieza a levantarse, es la hora del optimismo. Un 62% de sus habitantes encuestados por la firma Invamer dice que las cosas han venido mejorando entre julio y agosto. En junio, fecha en la que se divulgó el anterior sondeo, ese porcentaje era de apenas 13%; es decir, en las últimas semanas el optimismo en la ciudad creció 49 puntos, mientras que el pesimismo cayó del 84% al 32%, una reducción de 52 puntos. Ninguna otra ciudad de Colombia tiene hoy un registro tan optimista sobre su actual momento y lo que está por venir.

El devastador tránsito por el pico de la pandemia, que empezamos a recorrer en mayo y alcanzó su momento más álgido en junio, desencadenó enormes consecuencias que golpearon, y aún lo hacen, a miles de ciudadanos: mujeres y hombres valientes que demostrando una asombrosa entereza continúan resistiendo. Son también héroes de esta época tan desfavorable en la que se perdieron 150 mil empleos en la ciudad.

Empresarios de Barranquilla y el Atlántico aseguran sentirse optimistas frente a la recuperación de la economía local durante el segundo semestre del año, según una encuesta de la Cámara de Comercio de Cali. El análisis, que midió diferentes indicadores, entre ellos la creación de nuevos puestos de trabajo, consultó a más de 6 mil 200 empresas afiliadas a 23 cámaras de comercio de todo el país, y destacó al tejido empresarial del departamento como el más optimista a nivel nacional en relación con las perspectivas económicas en lo que resta del año.

Esta compleja y larga crisis requiere articulación de los sectores público y privado, así como enormes dosis de innovación, emprendimiento e incorporación de nuevas tecnologías con ambiciosas apuestas para lograr la tan anhelada recuperación económica y la generación de empleo, privilegiando la salud de los ciudadanos y garantizando su bienestar.

Los barranquilleros están hoy metidos de lleno en esta ruta dando lecciones de fortaleza que se cocinan en los fogones de las matronas o construyen en las obras civiles de la ciudad: resiliencia pura y dura, resultado de un ADN único y especial que llena de orgullo y emoción confirmando la apuesta optimista de una ciudad donde se pregona a voz en cuello “en Barranquilla me quedo”.