Acertadas, responsables y consecuentes con el momento que está viviendo Barranquilla y el Atlántico, frente a la expansión de la COVID-19, resultan las decisiones anunciadas, en las últimas horas, por el alcalde Jaime Pumarejo y la gobernadora Elsa Noguera, respaldadas por los mandatarios municipales del departamento.

Un escenario desafiante como el presente, demanda coherencia y coordinación institucional para garantizar el cumplimiento de la extensión del aislamiento preventivo obligatorio hasta el próximo domingo 7 de junio y consenso para postergar la liberación de nuevos sectores productivos, mientras se continúan evaluando protocolos de bioseguridad para una apertura gradual del comercio.

Hay que obrar con absoluta prudencia y extrema cautela cuando se trata de preservar vidas. Es la prioridad a tener en cuenta, por encima de cualquier otra consideración, en medio de esta fuerte crisis sanitaria, social y económica desatada por la pandemia. Que nadie pierda de vista, especialmente los ciudadanos que reclaman más espacios, que las actuales condiciones no son conducentes a flexibilizar las medidas de restricción de movilidad de las personas, ni a reactivar más actividades económicas inmediatamente.

Sin embargo, la situación de Barranquilla no es excepcional. Otras grandes capitales del país como Bogotá y Cali también extendieron la cuarentena hasta mediados de junio, y pusieron en pausa el reinicio de nuevos negocios. Acciones preventivas que apuntan a un mismo objetivo, evitar la proliferación de los contagios y el colapso del sistema de salud si aumenta, de manera desproporcionada, la demanda de atención de pacientes críticos.

Respondiendo al crecimiento de los casos positivos, que se han duplicado entre el 15 y el 27 de mayo pasando de 1.493 a 3.255, los gobernantes refuerzan medidas, extienden toques de queda en municipios, amplían la vigencia del pico y cédula hasta el 15 de junio e incorporan la ley seca durante los dos próximos fines de semana en Barranquilla y otras zonas. Ganar tiempo vuelve a ser la clave de esta compleja ecuación que exige el fortalecimiento de la capacidad hospitalaria con la incorporación de más camas UCI y la resolución, cuanto antes, de las dificultades en la toma de las pruebas y el retraso de los resultados de las mismas, como lo reconocieron a EL HERALDO los secretarios de Salud de Barranquilla y el Atlántico, y lo advirtió la Procuraduría General en una carta al Ministerio de Salud, en la que expresa otras preocupaciones.

El ascenso de la curva, que está sumando mil casos nuevos cada día en el territorio nacional, con un incremento considerable de los conglomerados o brotes de contagios en áreas geográficas, algunas de ellas cercanas al Atlántico, presiona aún más al sistema de salud de Barranquilla, que es centro de referencia para la Costa Caribe. Con la ocupación de UCIs al límite en Magdalena y Cartagena, de acuerdo con reportes entregados por sus propias autoridades, el Ministerio de Salud debe acelerar el reforzamiento del sistema hospitalario local, departamental y regional. Luis Alexander Moscoso, ex secretario de Salud de Barranquilla, hoy viceministro de Salud, conoce bien el tema.

La extensión del aislamiento obligatorio en Barranquilla y el Atlántico exige, no sólo vigilar el permanente autocuidado, sino actuar con mucha más responsabilidad hacia los otros, sobre todo ahora que niños pequeños y adultos mayores van a poder salir de su confinamiento para realizar actividad física al aire libre a partir del 1 de junio. Nadie dijo que esto sería rápido, fácil y exento de esfuerzos. Salvar vidas no es opcional, es un deber de todos, autoridades y ciudadanos, que deben estar dispuestos a dar los pasos necesarios para avanzar, cada día, en esta carrera de largo aliento, en la que no se trata de llegar primero, sino de saber llegar.