Las calles de Barranquilla y municipios del Atlántico, además de sus parques, vuelven a estar iluminados para Navidad como símbolo del retorno a una esperanzadora normalidad.

El encendido del imponente árbol de 65 metros, ubicado en la Ventana al Mundo, de lejos el más alto de Colombia, fue apenas el primero de una serie de emotivos actos enmarcados en esta época, con los que se apuesta por llevar bienestar anímico a los habitantes del departamento en estos tiempos todavía bastante convulsos, en los que miles de personas soportan estrecheces económicas, fragilidades emocionales o crisis de salud

Más de 2 millones de luces iluminan el espacio público de Barranquilla ambientando la decoración navideña.

Como ha ocurrido durante los últimos años, el Gran Malecón del Río concentra buena parte del montaje de la empresa de Alumbrado Público. Este lugar, uno de los más visitados por los colombianos, es cita obligada en la temporada en la que se espera aumento en el gasto del turismo doméstico, ahora que no existen restricciones en comparación con lo que sucedía un año atrás.

Si acaso, la imprescindible exigencia del carné de vacunación con esquema completo para ingresar a restaurantes o sitios de ocio.

Además de las calles y avenidas más transitadas de la ciudad que ya lucen todo tipo de figuras, otro punto imperdible para disfrutar con familia y amigos son los parques. Cinco de ellos, Metropolitano, Montes, Calancala, Sagrado Corazón y Tívoli, se engalanaron con árboles de 14 metros y senderos iluminados. Sumando la oferta de los centros comerciales y zonas gastronómica, hay opciones de sobra para pasarla bien, sin incurrir en gastos considerables.

Pese al efecto euforizante del momento, es necesario mantener moderación frente a los consabidos excesos que pasan factura no solo al bolsillo, también a la salud.

En los municipios, el encendido tendrá siete momentos distintos. El primero de ellos, hoy en la Plaza de la Paz. El 4 de diciembre, turno para las luces de Puerto Colombia; un día después la Navidad llegará al Centro Artesanal de Usiacurí y al Parque Espejo de Agua de Baranoa; mientras que el 6 de diciembre se iluminarán Repelón y Juan de Acosta, para cerrar el 7 en la Plaza principal de Sabanagrande.

Todas estas actividades, en una doble vía, apuntan a dinamizar los ingresos percibidos por los habitantes de estas poblaciones y a promover su sana convivencia como una necesidad económica y social.

La estrategia ‘Atlántico es más Navidad’ articula medidas para evitar niños quemados con pólvora, intoxicados con licor adulterado, lesionados o muertos por balas perdidas y siniestros viales. Sin embargo, su mayor eficacia dependerá de la responsabilidad con la que sean asumidas, en especial por los adultos a cargo de menores de edad. La Navidad no tiene por qué convertirse en una tragedia familiar. De ahí la importancia de adquirir conciencia frente a los riesgos alrededor de conductas imprudentes o temerarias. Corresponde ser sensatos para disfrutar de fiestas seguras y tranquilas en el departamento.

La alta tasa de vacunación en Barranquilla, donde cerca del 100 % de la población mayor de 12 años cuenta con al menos una dosis, porcentaje que es del 58 % en los municipios, otorga razones para el optimismo, en particular del comercio, turismo y sector gastronómico que confían en un cierre de año favorable a su recuperación económica. Los hechos avalan sus proyecciones. El adelanto en el pago de la prima a los trabajadores públicos en la víspera del tercer y último Día sin IVA del año, el viernes 3 de diciembre, aumentaría en 20 % las ventas respecto a las dos jornadas anteriores, cuando sumaron $ 20 billones en todo el país. Indudablemente las perspectivas son buenas, pero también conviene ser cautelosos.

La irrupción de la inquietante y hasta ahora poco conocida variante ómicron, considerada de “alto riesgo” por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la que se han detectado los primeros casos en Brasil, exige, por un lado redoblar esfuerzos en inmunización y por otro, reforzar normas mínimas de prevención, para limitar su circulación. La receta es la misma. Nadie está a salvo del virus hasta que todos lo estén. Por tanto, seguimos sometidos a un enorme desafío colectivo en el que nadie puede poner en riesgo lo hasta ahora conseguido a un costo tan elevado.