Reconocimiento a los padres que están hoy en la primera línea de los procesos educativos a distancia que adelantan sus hijos, poniéndole el pecho a una labor que está resultando agobiante para muchos de ellos.

La crisis sanitaria desatada por la pandemia confinó a los niños, desde hace 8 semanas, y convirtió a mamás y papás, de la noche a la mañana, en educadores que han tenido que aprender a lidiar, bajo el método de prueba y error, con desconocidas aplicaciones tecnológicas, indescifrables guías pedagógicas, complejos planes de estudio y todo tipo de elaboradas tareas.

Desafíos extremos sometidos a las limitaciones de conectividad que afrontan en sus hogares, y que además deben conciliar con su propia vida laboral, el interminable teletrabajo, y la vida familiar, las responsabilidades de cuidado de sus seres queridos y los quehaceres domésticos.

La situación no va a cambiar en el corto plazo. Los niños y adolescentes seguirán estudiando, bajo el actual esquema, hasta que finalice mayo, y dependiendo de los informes sobre el avance del virus a cargo del Ministerio de Salud, se definirá su retorno a los salones de clase. ¿Cuándo? Aún no se sabe. Por el momento, no hay una fecha prevista, y según la ministra de Educación, María Victoria Angulo, durante este tiempo los estudiantes seguirán formándose mediante el uso de las herramientas virtuales, cartillas enviadas desde sus escuelas y otros recursos como la radio y la televisión públicas.

Precipitar la vuelta a las clases presenciales sería un despropósito que podría dar al traste con las acciones preventivas que se adoptaron en el momento adecuado y que han garantizado la protección de los menores de edad y de toda la comunidad educativa. Uno de los elementos centrales del protocolo, que hoy se está trabajando entre los Ministerios de Educación y las secretarías territoriales, a partir de las evaluaciones del Ministerio de Salud, debe establecer la gradualidad en el retorno, considerando un número reducido de estudiantes por salón, curso o nivel, que volverían a estudiar de manera escalonada, y si este será con enfoque territorial.

Todos los alumnos no podrán reiniciar sus actividades académicas al mismo tiempo porque no habrá forma de garantizar el requerido distanciamiento social. Una tarea que demandará permanente acompañamiento de los docentes, especialmente en el caso de los más pequeños. Adicionalmente, escuelas y colegios públicos y privados tendrán que poner en marcha medidas de seguridad sanitaria para garantizar desinfección en el ingreso, lavado de manos, toma de temperatura y disposición de gel antibacterial en los salones, entre otras normas, y examinar cómo operarán los servicios de transporte y comedores escolares y si las jornadas tendrán o no recreos, si serán completas o reducidas.

Italia, que suspendió colegios desde el 4 de marzo, plantea su regreso de manera escalonada a partir de septiembre con un 50% del alumnado en clases presenciales y el otro 50%, de manera virtual, rotando en cada modalidad. Este país, como hizo España, promovió automáticamente a sus estudiantes al siguiente grado porque el calendario académico estaba muy avanzado, pero en Colombia los niños van apenas en la semana 14 de las 40 lectivas.

En todos los países, donde se suspendieron las clases presenciales por la pandemia, los padres comparten una preocupación legítima sobre el aprendizaje a distancia y las competencias adquiridas por los niños en este lapso, en el que buena parte de ellos no ha tenido acceso a la educación virtual al no contar con equipos o servicio de Internet. En otros casos, son sus ocupaciones y/o condiciones las que no les han permitido brindarles el apoyo requerido a los estudiantes, lo que habría comprometido su avance. Identificar, mediante un pertinente sistema de evaluaciones, los vacíos que la educación a distancia ha dejado entre los alumnos también será uno de los grandes retos de los educadores cuando se reinicien las clases presenciales.

Aunque los padres estén agotados por su extenuante trabajo como maestros auxiliares, prestadores de un servicio de emergencia, la mejor estrategia para evitar contagiar y ser contagiado es el confinamiento, y una vez fuera, la clave está en el estricto distanciamiento social. Niños y adolescentes deben ser conscientes de esta nueva realidad instalada por la COVID-19, que también impactará la educación. Enseñarlos a adaptarse, con el ejemplo, a este cambiante tiempo es también una asignatura pendiente en el exigente currículum que deben cumplir los padres en la pandemia.