Si hay un asunto que preocupa a los padres de medio mundo es la vuelta a clases presenciales de sus hijos menores de edad. En Colombia, con una curva en ascenso en varias regiones del país, el tema ni se discute por ahora. En la Región Caribe, alcaldes y gobernadores determinaron que por el resto del año no se retornará a las aulas, luego de reconocer evidentes carencias en las sedes educativas de localidades que adolecen de agua, espacios amplios y ventilados, así como de conectividad. Decisión coherente y responsable.

En Europa, donde el retorno es inminente por el fin del verano, se barajan distintas posibilidades. Por ejemplo, en Bosnia-Herzegovina las clases apenas durarán 30 minutos en las escuelas primarias y 20 en las secundarias. Además, para asegurar suficiente distancia física solo se permitirá un máximo de 15 alumnos por salón. Entretanto, en los Países Bajos, donde ya iniciaron el año escolar, las aulas deben mantener puertas y ventanas abiertas para que circule el aire evitando los ventiladores y aires acondicionados portátiles porque no enfrían el aire, sino que lo hacen circular.

Sin una vacuna segura y efectiva que logre ser producida a escala global y distribuida entre los habitantes del planeta, todas las medidas tendientes a minimizar el riesgo de contagio deben ser consideradas. Los alcances del virus continúan siendo una gran incógnita, incluso para los más prestigiosos investigadores del mundo que se aferran a lo hasta ahora conocido para ofrecer las respuestas que demandan los ciudadanos.

La Universidad Johns Hopkins acaba de revelar un interesantísimo documento con 10 recomendaciones que apuesta por ser un referente frente a las dudas más comunes sobre el virus en Estados Unidos y en el que sus autores, entre ellos, reconocidos epidemiólogos como Caitlin Rivers y el director del Centro para la Seguridad de la Salud de la universidad, Tom Inglesby, reiteran la importancia de la acción colectiva para hacerle frente al desafío de esta pandemia que estiman no podrá ser manejada únicamente por las autoridades de un Estado, un determinado territorio o una comunidad.

Proponen estrategias en distintos frentes para responder a la posibilidad de expansión del virus, especialmente en espacios cerrados y concurridos, considerados ‘supercontagiadores’. Reducir esta amenaza es fundamental. Los expertos sugieren trasladar todas las actividades posibles al exterior, al aire libre, donde el riesgo es hasta 20 veces menor que en un sitio cerrado. Si no es posible, piden garantizar la ventilación constante en interiores manteniendo ventanas y puertas abiertas o renovando el aire mediante adecuados sistemas.

También insisten en el buen uso de los tapabocas o mascarillas como un recurso indispensable para evitar la salida de las gotículas procedentes de la nariz o la boca al toser, hablar, gritar o cantar. Hacerlos más cómodos y seguros es el reto que dejan sobre la mesa. Otro punto importante es el que se refiere a una comunicación pública eficaz a través de mensajes coherentes soportados en liderazgo político y científico con el propósito de lograr cambios de conductas y hábitos de comportamiento entre los ciudadanos. Solidaridad y empatía para llegar a los grupos más escépticos y reticentes a cumplir las normas de la nueva realidad.

El análisis se ocupa del espinoso asunto de la reapertura de los colegios, señalando que antes de tomar una decisión tan compleja se “requiere la consideración de muchos factores y la implementación de cuidadosas medidas de mitigación”. En el caso de rebrotes los especialistas recomiendan evaluar cuarentenas y cierres de actividades durante al menos dos semanas. Aquí como allá, se pide reforzar la toma de muestras, ampliar la capacidad de los laboratorios para mejorar los tiempos de respuesta ofreciendo información epidemiológica oportuna que permita optimizar el rastreo de contactos.

Con el virus expandiéndose en Europa, que afronta su segunda ola de contagios, mientras en América sigue sin tocar techo, el mundo debe persistir en una actuación lo más articulada posible para detener su avance. Solo así seremos capaces de producir el cambio necesario, al menos hasta que se tenga acceso a la vacuna, para recuperar el control y evitar una crisis aún más profunda que haga colapsar los sistemas de salud y agudice la debacle económica. El mensaje debe ser el mismo, aquí y en Cafarnaúm, es el momento de avanzar para reducir la transmisión y salvar vidas. Es el tiempo de la ciencia.