Salvador, Yomaira, Eduardo, Marilin, Michael, Merlys, Elías, Delcy, Fabián, Catalina, Luis, Nereida, Edinson, Víctor, Kelly, Carlos, Roberto, Andrés…

La implacable pandemia, que está transformando al mundo y recordándole día tras día a los seres humanos su extrema fragilidad, en un abrir y cerrar de ojos se llevó a estos 18 abnegados trabajadores del sector de la salud de Barranquilla y el Atlántico, que ofrendaron sus vidas, mientras intentaban salvar las de los demás. A ellos y a sus familias, infinita gratitud por su sacrificio. Son los nuevos héroes de la patria, que hoy en el Día de la Independencia Nacional, merecen un clamoroso reconocimiento por su compromiso al servicio de los ciudadanos al haber estado en la primera línea de combate contra la COVID-19.

Con más de 3.655 profesionales de la salud a nivel nacional, que han contraído la enfermedad desde el inicio de la pandemia, este sector, como ha sucedido en otras partes del mundo, está pagando un precio muy alto por su irrenunciable misión de ayudar a los demás. Es lo que inspira a los médicos, enfermeras, auxiliares, al personal de aseo y limpieza, técnicos, fisioterapeutas, bacteriólogos, terapistas, conductores, administrativos, epidemiólogos y tantos otros funcionarios de clínicas y hospitales, que en cumplimiento de su deber resultaron contagiados.

En el Atlántico, 357 trabajadores sanitarios han sido confirmados como casos positivos, 289 en Barranquilla y el resto, en los municipios del departamento. Afortunadamente la gran mayoría de estos valientes, como en el resto del territorio nacional, ya se han recuperado y hoy, en todo el país, 749 aún se encuentran aislados.

Duele saber que el 58% de los fallecimientos en el territorio nacional, 18 de un universo total de 31, se registraron en el Atlántico. Compañeros, colegas, amigos y familiares de estos profesionales de la salud exaltaron sus calidades personales y laborales, pero también lamentaron en algunos casos las difíciles condiciones en las que venían adelantando su trabajo soportando extenuantes jornadas o sometidos a la falta de elementos que garantizaran su protección individual a la hora de atender pacientes sospechosos del virus.

Una vocación al límite, puesta a prueba, en medio del inmenso desafío que ha significado esta pandemia para el gremio de la salud en Colombia, siempre tan necesario, pero siempre tan vulnerable por no contar con todas las garantías de bioseguridad, ni ahora ni antes para ser honestos.

Pensar en ellos debe ser prioridad, de manera permanente, cuando se enfrenta una crisis sanitaria de esta magnitud, que les adiciona una mayor sobrecarga laboral que los deja más expuestos al riesgo de un contagio y a la afectación de su salud mental.

Reconocer y exaltar su labor no es suficiente. A los que perdieron la batalla contra el virus, un tributo a su memoria y el cumplimiento del apoyo económico, ‘La fuerza que nos cuida’, creado por la industria aseguradora en beneficio de sus familias. Para quienes aún sigue dando esta pelea, por encima de sus fuerzas y capacidades, un firme llamado a las administradoras de riesgos laborales, ARL, para que entreguen de manera oportuna los elementos de bioseguridad requeridos, que a falta de capa y espada, son los únicos que pueden ‘blindar’ de riesgos y peligros adicionales a estos héroes de carne y hueso, ‘combatientes’ movilizados en la titánica e incansable lucha contra el impredecible Covid. Solidaridad y agradecimiento.