Soplan vientos de recesión económica en el mundo, luego de que se iniciara la tan temida guerra comercial entre Estados Unidos y China, las dos economías más poderosas del planeta.
La decisión de Washington de aplicar aranceles a bienes importados de China estimados en US$34 mil millones, y la inmediata respuesta de Pekín en igual sentido por un monto similar, encendieron las alarmas de las principales bolsas del mundo, en donde se teme por las impredecibles consecuencias de este conflicto financiero.

El presidente Trump ha cumplido una de sus promesas de campaña más polémicas: según su equipo económico, las nuevas medidas proteccionistas buscan disminuir drásticamente el déficit comercial con China, que asciende a US$375 millones, estimulando la compra de productos y servicios hechos en el país.

Sin embargo, a algunos analistas les preocupa que los aranceles terminen afectando, tan solo en un primer momento, cerca de 400 mil empleos en Estados Unidos, sobre todo en las empresas que requieren para su producción materias primas como metal, componentes eléctricos y materiales de construcción, las cuales se verían obligadas a pagar más por ellas, aumentar sus precios de venta y, finalmente, prescindir de un alto número de puestos de trabajo.

Como si fuera poco, se espera que paulatinamente se sumen a la guerra iniciada por Trump aliados de los dos países involucrados, con Rusia a la cabeza, que con seguridad tomarán medidas arancelarias similares contra los socios de la contraparte, provocando así un efecto dominó que conduzca a una casi inevitable recesión global, que se llevaría por delante en el primer año cerca del 0,25% del PIB de ambas potencias, y reducirían su crecimiento en cerca del 0,5%.

En el mismo sentido, se prevén efectos en las economías emergentes como la colombiana, expresados en la reducción del crecimiento económico, toda vez que habría una sensible disminución de las exportaciones. Igualmente se verán afectadas las industrias que usan materias primas como el acero y el aluminio, además de la automotriz, donde los precios pueden elevarse de manera significativa, aunque algunos expertos vaticinan que existirá una alternativa en los vehículos fabricados en México y Brasil, los cuales podrían llegar más baratos al mercado nacional.

Pero quizás uno de los efectos locales más preocupantes de toda esta reacomodación de fuerzas económicas será en el sector agrícola: los productos norteamericanos afectados por las retalaciones chinas, disminuirán su precio y llegarán abaratados al mercado de Colombia, lo cual afectará la economía y será un factor entorpercedor de los procesos de desarrollo rural integral que el país necesita consolidar como consecuencia del acuerdo de paz.

Se esperan nuevas jornadas de negociaciones que, ojalá, terminen en acuerdos que, por encima de los orgullos y las posturas inamovibles, privilegien el interés general y la necesidad de preservar relaciones comerciales sanas y mutuamente beneficiosas.