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Cuando Marta Linares, docente de Emprendimiento y Marketing de la Universidad Autónoma del Caribe tuvo a su hijo Milton su vida dio un giro. A partir de ese momento, se vio en la necesidad de aprender para enseñar; pues su pequeño hijo con síndrome de down, debía adaptarse a una sociedad no siempre pensada desde la inclusión.

Martha descubrió que desde su campo de acción tenía mucho por hacer. Su reto consistió en aportar a través de la educación herramientas que jóvenes con discapacidad puedan emplear en su vida cotidiana.

Por ello, de la mano de su coequipero, Harold Álvarez, profesor de ciencias básicas de la misma universidad, idearon el proyecto ‘Uso adecuado de las tics e innovación educativa’.

En tiempos de sofisticadas tecnologías y un mundo hiperconectado términos como el ciberbullying, sexting o grooming son motivo de preocupación para muchos padres alrededor del mundo.

'El objetivo de este trabajo es que los niños con discapacidad no sean presas fáciles en internet. Además, que conozcan conceptos relacionados con la tecnología e informática', explicó Álvarez, quien desde su profesión como Ingeniero de Sistemas desarrolló un prografamiliaricen con la tecnología.

Con una mano de cartas ilustrativas en la que se explican estos términos, entre otros un poco más complejos como Deepfake, Phubbing, Hoax o Mobbing, los niños podrán jugar con las tarjetas al desplegarse en sus teléfonos una ventana que se activa por un lector de códigos QR.

Al ingresar a la página podrán lanzar unos dados virtuales que definen el puntaje necesario (descrito en las cartas) para ganar el juego.

'Esta es una estrategia para reforzar el aprendizaje de los conceptos del uso responsable de las TICS. Los niños con síndrome de Down aprenden con la repetición y pensamos que mezclando el juego y la tecnología podemos lograr enseñarles y alertarlos', manifestó Linares.

En la Universidad Autónoma cerca de doce padres se reunieron con sus hijos en un taller de inclusión donde el tema principal fue el manejo de la tecnología.

'Queremos que los niños conozcan los diferentes riesgos de una manera lúdica. Que puedan manejar los conceptos y masificarlos con sus amigos', explicó Álvarez.

Los docentes coinciden en que el juego no es una simple herramienta para el ocio o entretenimiento. En los niños es un arma muy poderosa de aprendizaje.