'Mi mamá me ama' y 'mi mamá me mima', son dos frases clave con las que todos crecimos. Parte de nuestro aprendizaje en términos de lectura se deben a este conjunto de vocales y consonantes que permiten que poco a poco las letras sean parte de nuestra cotidianidad.
Dos horas diarias le dedica María Fernanda Aristizábal a su hijo Andrés, de cinco años, para el refuerzo de lo que aprende en el colegio. Aprender a leer es una tarea de constancia y ella lo sabe, por eso se apoya en materiales tradicionales y también en los tecnológicos.
'Las herramientas son más que todo el libro y unos videos de YouTube que son educativos y le van enseñando las sílabas. Los videos empiezan con las vocales y les van diciendo palabras con diferentes letras', explica.
El utilizar herramientas tecnológicas para ella genera un ‘plus’ en el proceso de su hijo. 'Es entretenido y abarca todo, visual y auditivo', afirma.
Los carteles también han sido una buena herramienta en el proceso. No busca enseñarle a Andrés sílaba por sílaba sino la palabra completa. Él ya está aprendiendo con la letra P y la S y 'lee y escribe completo —mi mamá me ama, mimo, Emma— entre otras palabras'.
'Antes nos enseñaban separando por sílabas, pero es importante recalcarle cómo se dice la palabra completa siempre. Ellos asocian las imágenes con las palabras', explica María Fernanda.
La rectora del colegio IDPHU Campestre Bilingüe, Marietta Morad, explica que no hay una edad específica para aprender a leer, sino que depende de la madurez y capacidad de cada niño. Además, explica que la estrategia de lectura global es recomendada, 'esta es a partir de la palabra completa y posteriormente de la formación de frases. Tal cual como aprende a hablar aprende a leer'.
'Leer no es solo interpretar lo que está ahí escrito, es entender lo que ahí dice y hacer una apropiación del conocimiento de la palabra. Saber exactamente lo que eso significa va más allá de la simple interpretación y va acompañada del desarrollo de la comprensión', afirma.
Una parte importante al momento de decidir qué recursos se van a utilizar para promover las habilidades comunicativas de los niños es la edad. 'La primera infancia, de cero a tres años, muchas investigaciones científicas demuestran que no es adecuado el uso de las tecnologías, que lo importante es la exploración con el medio ambiente. Utilización de libros interactivos que fomenten todos los sentidos, algunos permiten mojarse, otros cuentan con sonidos. Son los ideales para esta etapa', sostiene Elsa Escalante, docente e investigadora del Instituto de Estudios en Educación (IESE) de Uninorte.