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Por Efraín Villanueva

Un compañero de colegio de Hitler aseguró que una cabra le mordisqueó el pene y, en 1945, uno de los médicos que examinó sus carbonizados restos indicó que le hacía falta el testículo izquierdo. Ambos relatos han alentado la idea de su imposibilidad de tener sexo. Hay quienes lo califican de enfermo sexual, otros de homosexual o, incluso, asexual. Christa Schroeder, su secretaria, mencionó que su jefe «necesitaba erotismo, no sexo» y que se satisfacía con «el éxtasis de las masas».

El carácter reservado de la vida privada de Hitler y la falta de documentos personales auténticos dificultan comprobar la mayoría de rumores. Así lo asegura Volker Ullrich, historiador alemán, en Adolf Hitler. Biographie, Bd. 1: Die Jahre des Aufstiegs (Biografía de Adolfo Hitler, Volumen 1: Los años de ascensión). El libro fue publicado en 2013 y traducido al inglés en 2016.

A la hora de definir a Hitler, el rango de calificaciones incluye ‹monstruo›, ‹demagogo sin inteligencia o talento político› y su éxito es atribuido a sus increíbles habilidades retóricas. Para el investigador, esta es una simplificación que no permite dimensionar el poder de su personalidad, de sus acciones y las razones por las cuales ganó tantos seguidores.

Eran distintos los roles que Hitler adoptó durante su vida. Podía empatizar con artistas asumiendo él mismo el papel de artista frustrado, o bien podía disfrazarse de jefe misterioso. Ante los ciudadanos, actuaba como el líder que cedió su vida privada a cambio del privilegio de servirles. No existía un único Hitler: elegía la máscara más conveniente y actuaba. Una de estas máscaras era la que empleaba en sus relaciones con las mujeres.