Por Andrés Gualdrón*
Tras la participación de la cantante barranquillera Shakira frente a por lo menos 102 millones de espectadores alrededor del mundo en el intermedio musical del Superbowl – que es como se conoce a la final de la liga de fútbol americano en los Estados Unidos – se encendió un debate quizás inesperado sobre el repertorio que escogió para la noche. Durante un segmento de su concierto, en el que también compartió escenario junto a la puertorriqueña Jennifer López, Shakira invitó a un grupo de danza a bailar junto a ella una canción en un género muy familiar para muchos en la costa Caribe colombiana: la champeta.
Un fragmento específico de esta presentación –subido a la red twitter por el usuario @exmotions en un video que tuvo 584.900 likes y que fue compartido a su vez más de 80.000 veces– generó cierta división. En él, el usuario describía a esta música y baile como originales de Colombia, aun cuando muchos reconocieron una pieza musical africana (incluidos usuarios de países de este continente).
Tenían razón: de acuerdo con el coleccionista e investigador barranquillero Carlos Mojica, también conocido como Don Alirio, el tema que bailó Shakira junto a su grupo de danza fue Icha, de los congoleños Syran Mbenza, Diblo Dibala y Lokassa Ya Mbongo. Conocida en la Región Caribe como El Sebastián, la canción fue difundida hacia finales de los ochenta en el entorno de los picós: sistemas de sonido de grandes dimensiones que inundaron la región, que aún animan las fiestas populares en los barrios y que han difundido múltiples estilos internacionales en el norte de Colombia.
¿Es entonces la champeta originaria del Caribe colombiano? ¿Se trata de música africana? La respuesta a esta pregunta nos conduce a una diferenciación muy interesante que se ha dado a lo largo de las cinco décadas de historia musical «champetúa» y que ha hermanado una vez más a África con el Caribe.
¿Qué es la champeta africana?
Una división que opera en el contexto de la champeta y que es usada por coleccionistas, músicos y fans en la costa es la de «champeta africana» y «champeta criolla».
Con respecto a la primera categoría, ya desde los años 70 hay una presencia establecida de discos africanos en los distintos picós de la costa atlántica. La procedencia de esta música es variada: aunque muestra sonidos de países como por ejemplo el Congo, Nigeria o Sudáfrica (dando a conocer en la región diferentes estilos de África como el Soukous, el Mbaqanga o el Highlife), también puede incluir discos del Caribe (representando en sus repertorios, por ejemplo, la música de Haití y de las diferentes Antillas francesas). La pieza congoleña que bailó Shakira en la noche del Superbowl cae entonces dentro de la categoría champeta africana.
La llegada de esta música a las orillas del Caribe constituye en sí misma un episodio fascinante: aunque muchos mencionan un difuso origen desde mediados del siglo XX a través de intercambios marítimos entre África y los puertos del Caribe, lo cierto es que emprendedores aún activos como el antioqueño Humberto Castillo o los caribeños Osman Torregroza y Hernán Ahumada recorrieron diversas regiones del mundo en busca de discos africanos para comercializar y difundir en la región.
Esta presencia africana en la costa Caribe tiene además un interesante capítulo adicional: músicos congoleños como M'bilia Bel y el ya mencionado Lokassa Ya M'bongo, sorprendidos ante el éxito de su música en un país tan distante para ellos como Colombia, han tenido la oportunidad de cruzar el atlántico para presentarse en la costa norte, ante un público que disfruta y baila sus canciones desde hace décadas.
La champeta criolla
Con la champeta criolla sucede un proceso paralelo: desde hace cinco décadas existen adaptaciones locales (criollas) de este repertorio «africano» que, impulsadas por sellos barranquilleros como Machuca, Felito Records o HAM y por sellos cartageneros como Rey de Rocha o Musicología El Flecha (entre muchos otros), dieron pie ya no sólo a versiones de música africana sino a una producción local muy original.
La historia de las adaptaciones «criollas» de música africana en la costa Caribe es larga y llena de aristas. Ya hacia mediados de los años 70 artistas como Lisandro Meza y Pedro Ramayá Beltrán junto a la Cumbia Moderna de Soledad hicieron versiones de música africana, entre las que se encuentran adaptaciones del éxito Shakará, del cantante y activista nigeriano Fela Kuti. En los años 90, y ya bajo el rótulo de champeta criolla, artistas cartageneros como Kussima versionaron a músicos africanos como el camerunés Sam Fan Thomas – mientras que Elio Boom, popular cantante oriundo de Turbo y radicado en Cartagena, versionó a los congoleños Kin' Stars con su canción La Turbina –.
En el interior del país muchos asocian la palabra champeta a las canciones del álbum La champeta se tomó a Colombia producido por Sony Music en 2001, que trajo hits como La Voladora, de El Sayayín y Busco a alguien que me quiera, de El Afinaito, a las radios nacionales. La primera canción acusa también la influencia del dancehall y el reggae panameño, estilos presentes en la compleja constelación de influencias que rodean a la champeta criolla.
Una conversación entre África y el Caribe
La presencia de música africana en el Caribe colombiano y la aparición de música original («criolla») basada en estas influencias muestra la existencia de una conversación cultural fluida entre África y el Caribe, desentendida (como suele ser el caso en toda la historia de la música) de divisiones fronterizas y de nacionalismos.
Aunque estas historias de influencia mutua entre África y el Caribe suceden desde la colonia, las tecnologías propias de la música del siglo XX (y en específico, el comercio tanto legal como ilegal de discos) ha transformado la forma en que África imita al Caribe y el Caribe imita a África. Así, desde los años 30 la presencia de discos de música afrocubana en las ciudades congoleñas de Kinshasa y Brazzaville dio pie a una fiebre musical por el son cubano en territorio africano, que culminó en la cristalización del género de la rumba congoleña. Algunas décadas después sucedería un proceso «en espejo» en las costas colombianas, donde la fiebre por la música de África dio pie a la champeta criolla.
Estas conversaciones entre África y el Caribe muestran cómo durante el siglo XX y aún en el XXI se ha construido una gran «comunidad» cultural entre el Caribe y África: una que se nace desde los barrios a ambas orillas del Atlántico, desde las periferias de la sociedad y, en muchas ocasiones, como una forma de resistencia al abandono de los gobiernos locales y a las múltiples imposiciones culturales y raciales venidas del norte anglosajón. El reconocimiento de Shakira a esta historia, siendo ella una colombiana que baila una canción africana, no es sino una muestra del profundo impacto cultural que esta conversación transatlántica tiene aún hoy en día.
Por este motivo, cada vez que nos preguntemos si la champeta es colombiana o africana, la respuesta más justa será decir que es hija de una y muchas naciones. Que es la heredera de las corrientes que viajan entre África y el Caribe.
*Candidato a doctor en Musicología y compositor.