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El centro de la aldea toma vida. El fuerte sol que caía perpendicularmente ha pasado. La temperatura desciende rápidamente y pasa de 27 grados a 24. Una fresca brisa comienza a correr.

Suenan unos tambores y unas flautas. Aparecen cuatro hombres bailando y son seguidos por cuatro mujeres. Todos bailan en fila y hacen la forma de un círculo.

El segundo hombre de la fila toca un tambor llamando por los kogui como kajá, el tercero hace sonar con su boca una kuizi (flauta); mientras que el cuarto toca una maraca. Los hombres son liderados por el mamo Zaleh Nulavita quien lleva el Bastón de Mando.

Las mujeres van detrás del que hace sonar las maracas. La primera de ellas toca un kukui (tambor hembra), la segunda solo baila; las dos últimas también bailan, pero cargan sobre sus espaldas un bebé. Cada uno va metido dentro de una mochila que va sujetada de la cabeza de las bailarinas.

El grupo le toca y le baila a las especies de la tierra. Hombres, mujeres y niños los observan. «La danza y la música le dan importancia a la naturaleza. Es algo que siempre mantenemos vivo», dice un hombre kogui que observa el ritual.

A un lado de donde se celebra el baile, está la misión de la Defensoría que, por tres días, acompañó a los miembros de la comunidad kogui en la búsqueda de soluciones para los problemas que los aquejan.

Los danzantes realizan cuatro vueltas hacia la derecha y luego cuatro a la izquierda. El baile demora unos 10 minutos y finaliza. Todos los presentes aplauden.

El baile tradicional también es usado en las épocas de cosechas, o sequías para llamar la lluvia hacia la Sierra.

«Este baile representa la alegría que sentimos en la comunidad por la visita de la misión. El compromiso que adquirieron, no solo con los kogui, sino con todos los indígenas de la Sierra. Celebramos que nos hayan oído y que lleven el mensaje a las autoridades pertinentes», manifestó un hombre kogui.

El mamo Zaleh le pidió a la misión, que la visita no quedara en una sola. «Los esperamos de nuevo. Creemos que los compromisos necesitan hasta de 4 reuniones para conocer los avances de las peticiones que les hicimos llegar. Nuestros espíritus acompañarán todos los días sus almas. Cuidaremos de ustedes, nuestros hermanos menores», dice el mamo.

Al final del acto, el defensor del Pueblo, Carlos Negret, devolvió el Bastón de Mando al mamo Zaleh y a las autoridades de las cuencas de los ríos Tukurinca y Sevilla, pero estas no lo aceptaron y se lo regresaron al funcionario alegando que su período «no había finalizado» y que además lo necesitaba para que llevara el mensaje de los indígenas de la Sierra y de todo el país, a la reunión anual de la Gahnri, el próximo 12 de marzo en Ginebra, como un mamo más.