El lunes de Carnaval me llevó a esa casa antigua del Barrio Abajo. En la entrada la mayoría eran mujeres jóvenes de no más de 35 años. La entrada costaba 10.000 pesos que le pagué a una chica sonriente de brazos tatuados. Seguí por un callejón de unos siete metros de largo que me condujo hasta un patio de arena en el que solo vendían cerveza y una marca de ron que hasta un pirata inglés habría dudado en beber.
La fiesta se llamaba Caribe Fem Fest, un festival feminista que lleva varias ediciones y ya es reconocido entre las colectivas de mujeres. Conmigo estaban en ese patio de arena siete u ocho hombres más, si acaso. Desde un bafle sonaba música entre dance y folclórica con una gaita de fondo, similar a lo que hacen agrupaciones locales como Bozá.
Después de tres canciones se situaron en la mitad del patio unas ocho o nueve chicas. Todas lucían polleras moradas con los colores del arcoíris que combinaban con una camiseta negra en la que se leía «Las Raras mujeres LBT». Llamador, maracas, tambora y alegre eran sus instrumentos. Una de ellas tomó el micrófono y comenzó a cantar.
En su repertorio sonaron clásicos como Las olas de la mar, Te olvidé, El pescador o Coroncoro. En la segunda canción los hombres que estábamos en ese patio de arena dejamos de notar que no había ‹un macho› en ese grupo representándonos. La verdad no hacía falta.
Daniela Brache, una de las integrantes, tomó el micrófono y comenzó a cantar De ti estoy enamorado, solo que con un ligero cambio de vocal al final.
Adiós mujer bonita, adiós mujer hermosa
No pierdo la esperanza de que vas a ser mi esposa
Negra de ojos negros de ti estoy enamorada
Adiós mujer bonita, de ti estoy enamorada
Adiós mujer hermosa, de ti estoy enamorada.
Madeleyne Camargo, la que había cantado casi todos los temas, bailaba y miraba coquetamente a la que le había quitado el micrófono. Todo era coquetería, conquista, enamoramiento.
¡Ay, negra de ojos negros yo por ti me estoy muriendo! de ti estoy enamorada
¡Ay, negra de ojos negros de ti estoy enamorada!
Al final de la canción Daniela le pidió la mano a Madeleyne, una «negra de ojos negros» que gustosa aceptó y besó.
Ese lunes de Carnaval conocí a La Raras del folclore en Barrio Abajo.