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Un  ritual de devoción se prepara. Las medias blancas, el garabato y los ramos de flores se conjugan con los acordes de la tambora y la flauta de millo para dar inicio de una danza que recorre las calles de un pueblo que permanece postrado ante el espectáculo del ritual donde la vida quiere vencer. Las fronteras entre el público y los bailarines se disipan a medida que las capas y las polleras hipnotizan con sus movimientos y colores a los espectadores.