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Un día como hoy, hace exactamente 100 años, nació en Matanzas (Cuba) Dámaso Pérez Prado, una de las máximas figuras creativas e influyentes de la música popular de América Latina, que logró el distintivo universal de ‘Rey del Mambo’.

'Pérez Prado no inventó el Mambo, lo que sí está fuera de toda discusión es que él se constituyó en su mayor difusor a nivel internacional', asegura el investigador musical Diógenes Royett.

Y así es, en efecto. En 1938 el habanero Orestes López compuso el danzón Mambo, génesis del estilo musical que sería cultivado por su hermano Israel, conocido como ‘Cachao’.

Pérez Prado no fue el inventor del mambo, pero sí fue el que más popularidad le dio. De eso no hay la menor duda.

El ya fallecido historiador santiaguero Helio Horovio, escribió en su Diccionario de la Música Cubana, que Pérez Prado empezó a estudiar música en su ciudad natal desde niño, en la Escuela Providencial, bajo la batuta del maestro matancero Rafael Somavilla, director de la Orquesta Sinfónica de Matanzas.

En el decenio de los 40, en La Habana, Pérez Prado prestó sus servicios como pianista en varias agrupaciones, entre las que sobresalieron nombres como la Sonora Matancera, la Orquesta Casino de la Playa, Cubaney de Pilderó y de la CMQ, antes de emigrar hacia Ciudad de México, donde se establecería su residencia y crearía su grupo musical.

A la nación azteca llegó Dámaso Pérez Prado en 1948 y, como quien dice, ya no era ningún desconocido cuando se lanzó a la conquista de otros escenarios diferentes a los de su ‘Cubita, la bella’.

Incluso, ya había realizado algunos experimentos con el jazz y la música criolla.

En México, Pérez Prado integró varias agrupaciones antes de fundar, en 1949, su propia orquesta. En ese año compuso y grabó su primer mambo para la RCA Víctor: Qué rico el mambo.

A partir de ahí, Pérez Prado se destacaría por el sonido singular de su piano, por las notas fuertes de los saxofones, y, en especial, por sus quejidos casi que indescifrables, aunque él afirmaba que decía '¡Dilo!'.

Al respecto el inolvidable maestro Marco T. Barros Ariza, refiría siempre un chiste sobre el debut de Pérez Prado en el Coliseo Cubierto Humberto Perea de Barranquilla, el 12 de noviembre de 1966. Contaba Marco T. que cada músico que iba ingresando al Coliseo se identificaba con el instrumento que ejecutaba. En el grupo había un ‘colao’ que fue detectado en el acto por el portero. ¡Ajá, ¿y tú que pitos tocas? Entonces, el hombrecillo respondió: ¡Ñerda!, yo soy el que puyo a Pérez Prado para qué el suelte el Ahhhhhh!'. Fue tal gracia que generó el chiste, que el portero le dijo: '¡Nojoda, con ese apunte te ganaste la entrada!'.

De los grandes éxitos de Pérez Prado se destacan: Patricia, Cerezo rosa, Lupita, Politécnico, Mambo universitario, Mambo No. 5 y Mambo No. 8. La lista es larga, como largo es el reconocimiento que la humanidad debe tributarle a ese genio de la música popular de América Latina.

México sirvió de plataforma para Pérez Prado, quien tuvo varias apariciones en el ciclo dorado del cine, siempre acompañado por las grandes bailarinas de la época, que danzaban al compás de su contagioso ritmo.

Entre todas las piezas interpretadas por Pérez Prado sobresale El manisero, pregón de Moisés Simons, del que hizo una versión de antología.

Una genial respuesta

'Si Beethoven creó su Sinfonía No. 5, ¿por qué no voy a tener yo mi Mambo No. 5?'. Así respondió en cierta ocasión, en México Dámaso Pérez Prado, cuando se le preguntó por el título de su célebre pieza.

'Chico, yo también soy creador. Por eso, además del Mambo No.5, tengo el Mambo No. 8. Y en mi estilo yo también soy un genio', agregó con tono firme, sin falsa modestia.

Quizás inspirado en esas declaraciones, al director de orquesta japonés Akira Miyagawa se le ocurrió la genial idea de fusionar, en un concierto para la historia, las dos piezas (Sinfonía No. 5’ y Mambo No. 5’) con la participación de más de un centenar de jóvenes músicos de conservatorio.

Fue una exquisita mezcla de lo clásico y lo popular. El resultado, una genuina joya que se puede disfrutar en Youtube.