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Daniel Michael DeVito Jr., conocido como Danny DeVito, es un actor, comediante y director cinematográfico estadounidense que este domingo celebra 80 años de vida.

El Pingüino, uno de los Gemelos, el director de Matilda y el productor de Pulp Fiction, son algunos de los muchos títulos con los que el público identifica al actor que cumple ocho décadas de vida.

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El actor, director y productor cuya marca identificatoria es su baja estatura -depende de qué biografía se lea DeVito mide 1.47 o 1.50, pero nunca más que eso-, no sabía lo que quería ser cuando fuera grande pero sí tenía claro que anhelaba tener otro futuro del que le esperaba a muchos de sus amigos de la escuela, que con el tiempo terminaron presos o sucumbiendo a su adicción a la heroína.

Así, antes del teatro en Nueva York, los papeles en la TV, el cine y todos los demás hitos de su larga carrera en el espectáculo, el gran salto del pequeño Danny fue pedirle a su padre que, en lugar de ahorrar dinero para pagar su eventual fianza, invirtiera sus dólares en enviarlo a un internado, lejos de las turbulentas calles de Asbury Park, el mismo lugar de nacimiento de un tal Bruce Springsteen, uno de sus amigos más cercanos ya en la adultez.

Atento y dispuesto a concederle todos sus pedidos al niño de la casa, los DeVito accedieron a mandar al chico a un colegio privado del que regresó tras graduarse del secundario sin mucha idea de qué hacer con el resto de su vida. Mientras contemplaba sus posibilidades sin demasiado ahínco, Danny empezó a trabajar como peluquero en el salón de belleza de su hermana mayor. Allí, su simpatía y su habilidad para prestarle atención a las clientas lo transformaron en un estilista solicitado al punto de que su hermana le sugirió que complementara sus habilidades haciendo un curso de cosmetología y maquillaje en la academia de arte dramático de Nueva York. Y hacia allá fue el hijo y hermano pródigo, sin saber que aquella excursión le cambiaría la vida para siempre.

“Aquella sugerencia me dio la excusa para salir de Asbury. Seguía trabajando en el local de mi hermana pero iba a Manhattan dos o tres veces por semana y me empecé a interesar en cosas nuevas, como la preparación de una escena o el análisis autoral. Probé actuar frente al público y me sentí bien. Recuerdo la primera vez que le dije a mis padres que quería ser actor. No sabían cómo lo iba a lograr pero me apoyaron. Así que me inscribí en la academia y todo resultó bien porque me trajo hasta acá”, decía DeVito hace unos años en una entrevista con la revista Esquire.

Cortesía DC ComicDeVito, en su papel del icónico Pinguino, el enemigo de Batman.

La travesía para llegar a ese “acá” del que hablaba el actor, el lugar en el Olimpo de Hollywood que ocupa hace más de cuatro décadas, comenzó a mitad de los años 60 en los escenarios del off Broadway que compartía con Michael Douglas, que también era su compañero de departamento y su primer contacto con la industria del cine. El hijo del legendario Kirk Douglas estaba en la academia de teatro para labrar su propio camino como intérprete, una señal de independencia que su padre apenas toleraba y sus amigos, con DeVito a la cabeza, celebraban. Especialmente cuando Douglas consiguió un papel protagónico en la serie Las calles de San Francisco y se mudó para grabarla, pero no dejó de pagar los 75 dólares de su mitad del alquiler, una contribución fundamental para que DeVito pudiera seguir viviendo en Manhattan actuando en obras independientes.

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Aquella amistad también lo ayudó a conseguir el papel de Martini en la puesta teatral de Atrapado sin salida, una adaptación de la novela de Ken Kesey cuyos derechos pertenecían a los Douglas. Cuando la historia llegó a la pantalla grande, en 1975, DeVito volvió a interpretar el papel en el film protagonizado por Jack Nicholson, otro famoso hijo dilecto de Nueva Jersey. El inmenso suceso de la película ganadora de cinco premios Óscar, incluyendo el de mejor film, hizo que Hollywood le prestara atención al actor aunque en principio no supieran qué hacer con él.

Inicialmente hzio parte del elenco de Taxi, una sitcom creada por James L. Brooks que estaba en preparación. su personaje de Louie de Palma, ganó protagonismo en el desarrollo de la serie. Cuando en 1983, después de cinco temporadas y más de 100 episodios, el programa salió del aire, DeVito ya era una estrella de la comedia lista para incursionar en el cine. Sus personajes en Tras la esmeralda perdida y La joya del Nilo, las aventuras de acción protagonizadas por su amigo Michael Douglas lo ayudaron a hacerse conocido en el mundo y también a aprender las idas y vueltas de un rodaje

Participó en Matilda, la novela de Roald Dahl en la que se reservó el papel del horrendo señor Wormwood. “Hice Matilda porque mis hijos me trajeron el libro para que se los leyera. Yo no lo conocía, pero me pareció grandioso. No sé si podría interpretar a un padre abusivo en tono realista, pero en Matilda, como era Roald Dahl, lo hice y el personaje resultó un bravucón pero de un modo gracioso”, explicó DeVito en una entrevista con el diario The Guardian, en la que colocó a Wormwood primero en la lista de sus papeles más populares. Segundo, claro, está el Pingüino, la notable interpretación que hizo del clásico villano de DC en Batman vuelve, de Tim Burton, con el que también trabajó en Marcianos al ataque, El gran pez y Dumbo entre otras.