Desde su debut en 1996, “Séptimo Día” se ha consolidado como uno de los programas más emblemáticos de la televisión colombiana, destacándose por su enfoque crítico hacia las problemáticas sociales del país. Bajo la dirección de Manuel Teodoro, este formato ha dado voz a las víctimas y ha expuesto casos de estafas y conflictos sociales, convirtiéndose en un referente del periodismo investigativo en Colombia. Sin embargo, más allá de su faceta profesional, Teodoro ha compartido una historia personal que ha marcado su vida y carrera.
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En una reciente conversación con la periodista María Elvira Arango en su pódcast ¡Qué locura!, Teodoro reveló que luchó contra la adicción al alcohol durante varios años. Nacido en Estados Unidos de padre filipino y madre colombiana, el comunicador reflexionó sobre su infancia y la complicada relación con sus padres. “Yo nací en Estados Unidos de un padre filipino y una madre colombiana que se conocieron cuando eran estudiantes. No fui planeado, como más del 50 % de los nacimientos de primíparos, entonces se casaron por obligación a los 18 años (…) Ellos no supieron cómo ser papás y también tenían sus propios traumas. Cosa que uno no entiende al principio, pero son seres humanos con defectos de carácter y, en el caso de los míos, sin ninguna idea. Estaban trabajando a puro instinto”, contó Manuel Teodoro.
Teodoro recordó sus días más oscuros, describiendo cómo comenzó a beber desde las 10 de la mañana y llegó a experimentar múltiples recaídas a pesar de asistir a Alcohólicos Anónimos. “Tuve como 17 o 18 recaídas, acudiendo a Alcohólicos Anónimos (…) Hasta que un día, en diciembre de 2006, me la pegué con toda. Yo estoy vivo de milagro después de esa rumba (…) Toqué fondo, llegué a mi casa y recuerdo que mi esposa Ani dijo: ‘No quiero que tus hijos te vean así, te estás muriendo’”, recordó.
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“Yo no tenía humildad, pero cuando la vida te pone en una alcantarilla y te pone a vivir con ratas, y estás caminando ya en el valle de los muertos del infierno, ahí sí te entra la humildad. Yo tuve que tocar ese fondo, desafortunadamente. Me interné y estuve 65 días con un plan posterior de soporte de 4 meses (…) Yo no me acuerdo del nacimiento de Camila, mi primera hija, porque estaba tan borracho que no podía ir al hospital”, agregó Teodoro, quien ahora vive con gratitud por haber superado su batalla. Su historia se convierte en un testimonio de resiliencia que resuena con muchos, recordando que la lucha contra la adicción puede ser un camino difícil, pero no imposible.