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'Barranquilla es la capital mundial de la música africana'. Con esa idea en su cabeza el congolés Remy Sahlomon dejó su África natal y aterrizó en Barranquilla.

En las calles de La Arenosa es común escuchar a ‘todo timbal’ la popular música africana en esquinas, picós y verbenas. Este sentir musical cautivó al bajista con más de 50 años de trayectoria, que después de compartir escenarios con íconos de la talla de Lokassa Ya Mbongo & Dally Kimoko, Kanda Bongo Man, Shimita, Aurlus Mabélé y Diblo Dibala, entre otros, creó en 2016 la agrupación de Remy Sahlomon & Flama Barranquilla, una apuesta musical que desde el principio se interesó por mezclar el soukous con otros ritmos del Caribe picotero.

Según conocedores, el soukous, conocido también como Lingala o Congo, se originó en las ciudades de Kinsasa y en Brazzaville en 1930. La naturaleza de este género, en aquel entonces incipiente, se basó en una mezcla de sonoridades propias de la 'madre África' con ritmos del Caribe, en especial la música afrocubana y otros sonidos de Suramérica.

'El latin soukous es un derivado del soukous con un lenguaje musical que parte de la base africana y se mezcla con ritmos latinos como la cumbia y música popular del Caribe que también tienes raíces africanas', explicó Salpi Guerrero, guitarrista de la banda.

Por su parte, Andrés Mauricio Islas, también guitarrista de la agrupación, explica que este nuevo movimiento musical que se está cocinando en Barranquilla cuenta 'con letras inspiradas en Dios, la vida, el amor y la paz, la bondad y la fraternidad, así como en África y Colombia porque en la música todos somos uno'.

Para Salpi, el latin soukous’ se diferencia de la champeta porque este último tiene muchos sonidos de ciudad y arraigo en lo popular, mientras que el latin soukous cuenta con elementos de la música tradicional, lo cual lo hace místico y espiritual.

'La champeta tiene esencia de soukous pero es más popular y su sonido se genera a través de lo cotidiano y costumbrista', señaló.

Recorrido por África

En tiempos de la esclavitud los negros del Congo debían expresar sus manifestaciones espirituales a escondidas por considerarse paganas. Danzaban, cantaban y elevaban plegarias a sus dioses después de sus largos y duros días de trabajo. Este panorama fue retratado por el músico e investigador de la Universidad del Norte, Leopoldo Calderón, en un recorrido por la historia y evolución de la música del Congo africano, del soukous a la champeta en el marco del evento académico Cátedra Europa.

Tiempo después, el sonar de los tambores, la voz, la melodía y la sabrosura de estos ritmos cantados muchas veces en idiomas ininteligibles, sin partituras ni academia, le dieron a la música africana una connotación especial, por el simple hecho de ser una de las expresiones más libres, espontáneas y puras de la cultura.

'Esta música cuenta toda una historia de la resistencia de un pueblo. En 1960 aparece Nicolas Kasanda wa Mikalay conocido como ‘Doctor Nico’, guitarrista, compositor y uno de los pioneros del soukous. En 1970 llega la Orchester Karamba, en 1980 Kwassa Kwassa, Diblo Dibala, Lokassa Ya M’Bongo entre muchos otros, conocidos como los ‘Africans all stars’ que adoptaron de la música cubana la clave y sus patrones rítmicos de tres golpes', explicó Calderón.

Inspiración africana nacida en Colombia

Obreros con características afro de San Basilio de Palenque, o de barrios pobres de Cartagena —alejados del centro de la ciudad— eran apodados ‘champetúos’ por llevar consigo una champeta o machetilla para hacer sus labores del campo.

Según recogen informes de sociólogos e investigadores empezó en 1920 como un acontecimiento social de las barriadas que más tarde se transformó en un departir cultural que mezcló ritmos como el soukous, mbqanga, rap-reggae, compás haitiano, zouk, soca, calipso y música colombiana como el bullerengue, mapalé, zambapalo y chalupa.

'La música africana llegó a Cartagena por el puerto. Decoraban con arte los discos, competían por el repertorio musical más novedoso y más tarde la competencia se fue a la amplificación siendo los picós los que entraban en la batalla por el sonido más fuerte (…) la champeta se hizo nuestra, por ello es que no existe la champeta africana y aunque el género tiene influencia africana fue creado en Colombia (…) esta música sufrió gran rechazo por considerarse ordinaria en las altas esferas de la sociedad cartagenera', añadió Calderón.

Nuevas propuestas

El soukous estuvo presente en la génesis del ‘joeson’ con temas como Yamulemao, en algunas canciones de Juan Luis Guerra, Carlos Vives y en la actualidad en la música de artistas como Martina La Peligrosa.

Warë Trío es un ensamble conformado por dos egresados y un maestro de la Universidad del Norte, el músico instrumentista Leopoldo Calderón, el percusionista, Camilo Duarte y la bajista Laura Páez. Con una propuesta que busca la renovación estética del lenguaje de la música tradicional a través de fusiones con Jazz, soukous, bluegrass, hindi, electrónica, entre otras. Chaluplús, una de las creaciones de este trío, ovacionada en la Catedra Europa, dio una muestra del talento e inventiva de los nuevos matices que va adquiriendo la música colombiana con un toque de modernidad.

Calderón afirma que todavía no se siente relacionado con el latin soukous en la música afrocaribeña, pues en el contexto de la región el derivado conocido de esta música es la champeta. Sin embargo, este género del que recién se empieza a hablar fue perseguido desde el otro lado del mundo por el olfato artístico de Remy Sahlomon para experimentar fusiones de soukous con nuevas sonoridades.