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Incertidumbre. No hay otro término para definir qué hacer o por dónde empezar a trabajar cuando Shakira anuncia su llegada a Barranquilla.

'Viaja el martes, va a quedarse cuatro días, aterrizó ayer, se va el mismo día', un mar de información diferente circula por todas partes. La travesía empezó cuatro días atrás, al comenzar la semana.

Varias idas en falso al Aeropuerto Ernesto Cortissoz, horas de espera sin éxito, hablar con cualquier persona que pudiera tener información parecían no dar resultado hasta que llegó la hora cero. El gran día para Barranquilla en el que sin más preámbulos esa ilustre hija de la ciudad, a bordo de un jet privado aterrizaría en su tierra para cantarles a sus compatriotas por primera vez en doce años.

A las 4:30 de la mañana la alarma ya sonaba. Se rumoraba que el vuelo llegaría a las 8.30 a.m.

A las 6 ya el equipo estaba listo. Dos fotógrafos y dos periodistas en una camioneta emprendían la misión de cazar a la estrella.

Lo recomendable es ir ligero de equipaje. Sin embargo, hay elementos indispensables como grabadoras, celulares, papel y lápiz, cámaras, escarapelas de los medios. Gorra, bloqueador solar, zapatos y ropa cómoda (por si hay que correr).

Uno a uno iban llegando los colegas y algunos fanáticos. Con el paso de las horas el sol y el calor se volvía cada vez más molesto.

Fotógrafos y reporteros trepaban árboles y muros para tener mejor visibilidad. La intérprete de Ojos así saldría por el Aeropuerto de Carga, por donde desembarcan las celebridades, todas las entradas estaban cubiertas.

Revisamos el tráfico aéreo en el radar. Un extraño vuelo venía a toda maquina directo a Barranquilla proveniente de Nassau Bahamas y aterrizaría a las 12:45 en La Arenosa. Ahí viajaba Shakira.

Más de una hora mientras llegaba el avión privado es suficiente para revisar las redes sociales de su avanzada. Su estilista posteó una historia en Instagram que decía: 'Un avión solo para las tres' y al fondo se distingue claramente una conocida cabellera rubia. La cantante vendría sin su pareja, Gerard Piqué, y sus hijos Milán y Sasha, una noticia que debía saberse de inmediato, y en menos de cinco minutos estaría circulando en el universo de la web.

La llegada de dos camionetas BMW blindadas a la puerta de carga y un grupo de al menos 20 efectivos de la policía disiparon las pocas dudas que quedaban sobre el vuelo chárter que estaba cada vez más cerca. 'Faltan cinco minutos' , puso en sobreaviso alguien del equipo mientras con recelo nos cuidábamos de la competencia.

El texto estaba escrito y el personal entrenado, solo hacía falta que se asomara esa talentosa mujer de sensualidad innata y belleza angelical parida en esta tierra para que el 90 por ciento del trabajo estuviera hecho. A las 12:45 aterrizó la esperada aeronave. Desde las mallas de acceso restringido podía verse a unos 50 metros la cabeza del lujoso avión.

Nuestros fotógrafos lograron un buen ángulo. Después de unos minutos Shakira bajó las escaleras y saludó sonriente.

Álvaro Fandiño madrugó al Aeropuerto para verla. En su mano izquierda sostenía los discos El Dorado y Fijación oral, mientras que en la derecha cargaba un póster de la artista. No fue a trabajar porque quería cumplir su sueño de verla y decirle que la admiraba. A pesar de sus horas en el lugar sus ánimos no decaían. 'Admiro a Shakira, su música y su filantropía, hoy por fin podré conocerla', dijo el joven de 26 años. 

La compuerta ante la que llevábamos tantas horas se abría lentamente. Las dos camionetas grises intentaban hacerse paso en la aglomeración. Los periodistas pegaban sus cámaras y micrófonos a las ventanas de los autos pidiéndole un saludo. La policía apartaba al personal para que los vehículos pasaran y escoltarlos en su camino. El fanático corrió sin éxito detrás de la camioneta llamando a la cantante a gritos con su afiche en la mano, tanto él como muchos otros se quedaron sin ver aunque sea de lejos a la estrella. En un abrir y cerrar de ojos la caravana se desvaneció entre el tráfico barranquillero.

Raspones, moretones y caídas quedaron como saldo del recibimiento, pero las afugias a fin de cuenta valieron la pena, porque como un disparo corrió la noticia. Ya Shakira estaba en La Arenosa.