La palabra, el diálogo y la comunicación son piedras angulares que suelen sostener y afianzar las relaciones humanas. Así que durante este tiempo de confinamiento, en que los miembros del hogar se han visto obligados a mantenerse reunidos en casa, el acto de conversar resulta ser vital para beneficiar la convivencia.
La directora de la maestría en Psicología Clínica de la Uninorte, Ana Rita Rusao, explica que la comunicación empieza desde el interior de la familia y 'hoy más que siempre es importante dialogar, promover que el mensaje que enviemos sea cálido y afectivo, que comparta lo que estamos viviendo y que vaya acorde al momento de desarrollo de sus miembros: niños, adolescentes, adultos y adultos mayores'.
Agrega que con la ampliación de la cuarentena la ocasión se torna propicia para que cada miembro de la casa empiece expresando cómo se ha sentido durante este tiempo y qué desean hacer o cambiar en familia para evitar los roces.
'En este aislamiento preventivo se deben reconocer aquellos estados emocionales que últimamente han tocado a muchas familias como son el miedo y la ansiedad (desde lo real y la incertidumbre), así como la irritabilidad, que da pie a la pérdida de la paciencia. Entonces, como la palabra resignifica las acciones, organiza y le da un sentido; es necesario que las familias intercambien sus ideas, y que hablen de lo que cada uno va a hacer durante este tiempo para sobrellevar la situación'.
En cuanto a la irritabilidad que pueda surgir, Rusao sugiere que se escuchen mutuamente y desde la empatía se expliquen entre sí que es entendible lo que siente el otro, y ese otro exprese lo que piensa.
'Debemos reflexionar en lo que ocurra, en quién generó la discordia y en quién se sintió con malestar. Se debe aprender a regular las emociones, a reconocer cuando nos sentimos molestos para luego ponerlo en palabras'.
Advierte que aunque en el día existen instantes que son idóneos para la comunicación y que se dan entorno a los alimentos, es válido establecer los momentos para el diálogo, entendiendo que cada persona tiene, aunque se encuentre en casa, sus responsabilidades establecidas.
'En esta situación es normal que los niños sientan necesidad de recurrir a la palabra más seguido de lo que normalmente lo hacían porque es la forma que tienen para aliviar un poco la ansiedad. Así que será necesario que el adulto recurra a las ‘pausas afectivas’ que están atravesadas por la música, los juegos, el dibujo y la palabra, que tienen un contenido afectivo y de cuidado'.
Recalca que la escucha es fundamental, pues muchas veces la ausencia de esta al interior del hogar provoca que alguien busque a otra persona, ya que necesita ser escuchado. Del mismo modo, es importante estar de acuerdo cuando el otro está preparado para hablar, esto con el fin de romper el hielo en el instante adecuado y para reflexionar de lo que ha pasado. Asimismo aconseja hacer acuerdos de cambio.
Por su parte, la psicóloga Luz Amparo Duarte indica que aunque no es fácil permanecer encerrados y compartir los espacios, las cosas, el día a día durante 24 horas; se debe actuar con inteligencia. 'Vivir confinados en cuatro paredes nos debe servir para recurrir al diálogo y aprender a hacerlo con argumentos. Para dar pie a este no hay horas específicas, debe ser permanente. Dialogar es un pin pon, en el que se debe exponer ideas y escuchar al otro'.
Añade que la situación que hoy día atravesamos es difícil porque pone a prueba muchas cosas, pero que finalmente 'sacará lo mejor de cada uno, pues se aprenderá a ver en lo cotidiano de nuestro hogar lo que realmente es importante, aspectos que han sido olvidados en esa carrera veloz que llevábamos, en la que corríamos y al final del día muy poco conseguíamos, solo ganábamos cansancio, estrés y, en algunos casos, frustración'.
Cuando existan roces, Duarte manifiesta que si las partes ceden en sus posturas seguramente habrá acercamiento. Pero el primer paso que se debe dar, indudablemente, es querer vivir en armonía, pues esto se convertirá en una motivación importante para limar asperezas e invitar al diálogo.
Jorge Galindo, psicólogo clínico, advierte que en una atmósfera de tensión las partes en la casa deben entender que es posible que esta surja porque todos han cambiado las rutinas y están afectados, así que se deben evitar los silencios prolongados, pues 'un silencio puede ser interpretado de muchas formas y un grito no necesariamente puede ser escuchado, contrario a esto puede llevar a otro'.
Advierte que se debe tener claro que la realidad actual es posible que saque lo más difícil de todos en la convivencia: desespero, fatalismo, miedos paralizantes y tristeza disfrazada de rabia, así que es tiempo de comprender sin dejar que el otro nos haga daño con sus palabras y emotividad.
Si los conflictos en la familia aumentan, tal vez se trate de que sus miembros tienen muchos temas sin resolver, por tanto, la convivencia continua aumentará la tensión, así que se debe tratar de centrarse en todo lo que implica la situación actual. A su vez, Galindo dice que si estamos molestos se debe escribir lo que se siente, leerlo para sí mismo —ya que esto le permitirá organizar sus ideas— para más tarde comunicarlo con mayor claridad.