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Estefanía Carrillo dio a luz el 8 de abril al pequeño Marthin. Su experiencia –dice- fue totalmente diferente a los partos anteriores que tuvo. Ella es madre también de dos niños de 7 y 3 años.

Desde antes que en Colombia se declarara el aislamiento preventivo obligatorio, estaba informada de todo lo que sucedía con respecto al nuevo coronavirus.

'Mi suegra y mi cuñado viven en España, por eso siempre estuve al pendiente de la evolución de la situación'.

Revela también que cuando en el país se confirmó el primer caso de COVID-19, y a pocas semanas de tener que someterse a cesárea, extremó las medidas de protección en su hogar. A los controles que le hacían falta iba con guantes y tapabocas, estas precauciones le hacían sentirse protegida del virus, pero al mismo tiempo vulnerable. Tenía miedo e incertidumbre.

'Todos los días lloraba por esta situación, al punto de pedirle a mi esposo que renunciara a su trabajo para que no tuviera que salir', confiesa.

Su procedimiento estaba programado para el 16 de abril, pero el pequeño Marthín no quería esperar tanto.

Se dirigió a la clínica La Merced, la valoraron y la llevaron al piso cuatro donde está el pabellón de maternidad. Posteriormente debían realizarle una ecografía, para ello tenían que bajarla hasta el primer piso, cuando procedieron a hacer el traslado una alerta la hizo enfrentarse de manera directa al miedo de contagiarse con la COVID-19.

'Cuando me iban a hacer la ecografía me mandaron a salir de la sala, nos avisaron que a la clínica había llegado un posible caso con coronavirus'.

Sintió miedo, pero la ecografía era inaplazable. Desinfectaron toda la zona y nuevamente la bajaron para hacerle el procedimiento. Recuerda que vio el piso, las sillas y las paredes humedecidas. No tocó nada.

Después llegó el momento de la cesárea. Admite que el protocolo fue totalmente diferente al que vivió en sus dos partos anteriores. 'Mi esposo no me acompañó, le tocó quedarse por fuera. A mis tres hijos los he tenido en esta clínica y en esta oportunidad todo fue distinto'.

Para Estefanía asimilar la situación no ha sido fácil, pero ser portadora de una buena noticia, de dar a luz a su tercer hijo, la hace inmensamente feliz.

'Uno está acostumbrado a cosas diferentes. No puedo recibir visitas y no puedo compartir la felicidad del nacimiento de mi hijo. La única de mi familia que lo ha visto es mi mamá que se vino a vivir conmigo y con mi esposo'.

Una de las tantas cosas que le preocupa es que su hijo necesita acudir a controles de crecimiento y desarrollo, se debe aplicar las vacunas acordes a las semanas, pero afirma que en estos días los servicios están suspendidos. Tampoco piensa arriesgar a su recién nacido en la calle.

'Tenemos una doctora particular. Ella me dijo que podía venir a domicilio siempre y cuando le avisáramos con días de antelación'.

El registro de Marthin también fue bastante particular, un domiciliario de la notaria tuvo que ir hasta su casa para tomar sus huellas. Ella le hizo cambiar los guantes y el tapabocas, aun así, no lo dejó ingresar a su hogar y fue su madre la que se hizo cargo de poner los pies del bebé en el huellero.