El hogar es para la arquitecta e interiorista Mildred Correa un lugar sagrado. En su interior —explica— se originan un sinfín de anécdotas y experiencias que recobran su valor en medio de una pandemia. Bajo esta premisa, sentada detrás de su escritorio ‘adornado’ por planos de construcción, la barranquillera asegura que la tendencia en decoración para el otro año estará arraigada a la idea de lograr espacios amplios, que tengan colores muy claros y que involucren lo artesanal y lo natural.
En su trabajo se considera una persona que no sigue las tendencias. Es adepta a los contrastes, al hecho mismo de imprimir el estilo de quien habite el lugar y a lograr espacios que puedan ser cambiados, donde los adornos lleguen a otra estancia y donde puedan entrar nuevos elementos.
Para ella el diseño debe verse como una inversión y no como un gasto. 'Cada vez que se hace un interiorismo, se crean negocios y se involucran a muchas personas en el arte, en la iluminación, en los acabados, en fin, surge trabajo para todos'.
Su inspiración a la hora de hacer un diseño arquitectónico o decorar algún rincón manifiesta que surge de todo. También destaca que los viajes juegan un papel fundamental, debido a que a través de estos la mente se enriquece de nuevas ideas.
'Yo soy de las que trabajo en un proyecto como si fuera el último. Un espacio para mí es como una obra de arte. Allí una idea cobra vida y se materializa (...) Cada rincón es reinterpretado de acuerdo a las necesidades de la gente. Uno normalmente les pregunta ¿cómo quieren vivir?, ¿qué quieren hacer de su casa? y ¿cómo desean proyectarla? A partir de las respuestas empieza el enamoramiento y el coqueteo con cada rincón, y es esta la forma para llevar el proyecto de la mejor manera'.