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Una imponente puerta de madera es la antesala. A unos pocos pasos el enfoque de la mirada se centra en una casa de descanso con vista al mar —situada en Salinas del Rey (Juan de Acosta, Atlántico)— que con un estilo contemporáneo juega 'con las particularidades del paisaje circundante'.

El arquitecto Mauricio Cabas, encargado del proyecto, explica que la edificación consta de acabados en su fachada que minimizan el constante mantenimiento y que, al tiempo, le otorgan una 'estética interesante'.

Su arquitectura, considerada como 'contemporánea tropical', hace uso de cierto estilo campestre que se combina con un quiosco de paja que genera 'una experiencia arquitectónica emocionante'.

'El diseño de esta casa obedece a algunos principios que son pensados en la arquitectura para los sentidos y en la correcta adaptación de las características del contexto como son la luz natural, el agua y el aire del lugar. El hecho de que esté insertada en un lugar que queda a 70 metros de la playa permite que se genere un marco visual extraordinario'.

Desde aquí se aprecia cómo la brisa fluye y se conjuga con unas palmeras que baten su corona. El cielo visto desde la piscina parece mucho más inmenso. 'Es así como las cualidades implícitas de la casa se expanden fuera de esta, a través de grandes aperturas y zonas descubiertas con las que se toma partido de las vistas exteriores'.

Cabas resalta que este lugar cuenta con 315 m2 de construcción cubierta, en un lote de 2.500 m2 con líneas rectas y volumetría cúbica. Tiene acabados de fachada en revestimientos en piedra de porcelanato, imitación madera de color tabaco y color gris claro, además de una textura en graniacryl color gris oscuro.

La casa maneja dos ejes compositivos que forman una T, uno paralelo a la vista al mar donde se ubican tres alcobas en el segundo piso, con un balcón de extremo a extremo que permite aprovechar la vista. El otro eje es paralelo a la piscina, con la que se relacionan la zona social de concepto abierto: sala-comedor-cocina y espacio de música, todo con ventanas corredizas hacia la terraza de la piscina que está recubierta con piso en mármol, tanto en crema marfil como en travertino rústico.

En el segundo piso se proyecta un puente sobre la doble altura de la zona social, que conecta las alcobas. En total son cinco habitaciones, cuatro en el segundo piso y una en la primera planta.

El interior de la casa no compite con el exterior. Por el contrario, se convierte en una continuidad. La decoración interior es ecléctica, pues combina varias corrientes. Su juego de comedor de seis puestos se compone de sillas en mimbre que combinan con una mesa de base de madera y mesón en mármol, hoy día en tendencia. Su segunda sala ostenta delicadamente elementos decorativos que hacen alusión al mar.

El espacio en su interior, además, luce pisos en mármol de 30 cm por 60 cm, y paredes en tono blanco, dándole a cada rincón claridad y amplitud. La luz natural juega un papel fundamental gracias a los vidrios de los ventanales corredizos que hacen las veces de puertas y que permiten que los propietarios e invitados accedan, recorran y atraviesen el interior de la casa desde diferentes frentes.