A los cinco años un niño puede recibir muchos juguetes como regalo, pero en el caso del sincelejano Jesús Molina, recibió un piano por parte de su abuela. Este instrumento, que le cambió la vida desde ese instante, hizo crecer en él su deseo de ser músico.
'Mi abuelita me da el primer piano que tuve y mis papás se dieron cuenta que empecé a tocar el básico del Cumpleaños feliz, solito, sin asistir a clases, y dijeron: este pelao va a ser músico, tenemos que apoyarlo. Por eso diariamente le doy gracias a Dios por el apoyo que he tenido de mis padres. Así me encantó el piano y sigo practicándolo todos los días'.
Jesús, en medio de su crecimiento como artista, no solo se enfocaba en aprender sobre el instrumento que se convirtió en su pasión, sino que además se enfocó en crecer espiritualmente, una decisión que lo llevó a descubrir la verdadera clave de su éxito.
'Definitivamente Dios es todo en mi vida. Yo soy lo que Él me permite ser y seré lo que me permita ser. Y qué honor y qué privilegiado soy de que Dios me elige a mí entre miles para cumplir sus sueños, pudiendo haber escogido a otra persona. Él es todo en mi vida'.
Como joven apasionado por la música, Jesús tenía conformado un grupo con sus amigos de Sincelejo, con los que decidió presentarse en una de las ediciones del Barranquijazz Festival, de donde salieron triunfadores, sin pensarlo. El artista hoy recuerda con agrado aquella participación en 2014, pues fue ahí cuando logró afianzar más sus ganas de ser músico.
'Ombe sí, qué privilegio, ganamos el Barranquijazz y me acuerdo tanto que fuimos y nos presentamos allí. Tocamos la musiquita que todo el tiempo estuvimos aprendiendo y ensayando. Fue una experiencia muy preciosa, un sueño enorme para mí porque Barranquijazz es uno de los festivales más prestigiosos de Colombia. Cuando ganamos dijimos: —Wow, Dios ha sido bueno—'.