Sentada plácidamente, con la mirada penetrante e iluminada, la retratista Lucy Arias (@lucyariasart) empieza a construir algunas de sus memorias. Lo primero que verbaliza es el momento en que de niña, en su época escolar, detallaba detenidamente los rostros de sus compañeras de clases para luego plasmarlos en sus cuadernos.
Posteriormente relata que fue precisamente en esos días cuando empezó a sentir una atracción —casi que magnética— por seguir pintando la figura humana, el movimiento y la expresión corporal. Su familia, especialmente su padre, Guillermo Arias París, tuvo noción de su talante el día que ella pintó, con solo 8 años y sin la guía de un experto, el rostro del compositor y pianista Ludwig van Beethoven.
Pero como todo en la vida es susceptible a los cambios, al crecer los pasos de Lucy tomaron otro rumbo, llevándola a encontrarse con el arte de la danza, el teatro y el canto. Ya en su adultez se dedicó a viajar, llegando primeramente a España para luego trasladarse a la India con el ánimo de seguir al maestro espiritual Shrii Shrii Anandamurti. Más tarde su decisión fue quedarse en Europa durante cinco años.
'En ese periodo estuve entre Italia y España. Estando allá, para solventar mis gastos básicos, tomé la decisión de retratar a muchos niños y algunos abuelitos. Es así como con mi caballete de madera al hombro viajé en trenes y llegué a varios pueblos de estos dos países con el fin de empezar a trabajar (...) Recuerdo que yo llegaba a los sitios donde vendían los marcos y le proponía a quien atendía el lugar que me permitiera dejarle las muestras de mis retratos para que me los enmarcara. Y así fue. En realidad tuve una gran acogida porque muchos papás querían tener retratos de sus hijos'.
En 1996 retornó a Bogotá, su tierra natal. Allí siguió pintando a un gran número de niños y adultos, a través de las técnicas del lápiz, el pastel, el óleo y la acuarela. Asimismo se dedicó a ser instructora de yoga, un rol que ha podido combinar con su estilo de vida, llevándola a conectarse espiritualmente con las personas y a vivir en armonía con sus talentos.
Convicción
Para Lucy retratar es una experiencia que le da felicidad, que le permite lograr una conexión mística con las personas y que le brinda la posibilidad de descubrir el alma y la esencia de cada personaje. Esto lo consigue genuinamente cada vez que en medio de su proceso creativo le habla a cada rostro.
'Yo tengo una memoria fotográfica con todo lo relacionado al ser humano. No soy paisajista porque para mí la naturaleza es demasiado perfecta como para plasmarla, en cambio, me resulta fácil la figura humana porque me gusta retratar la esencia del ser (...) A veces cuando me dedico a hacer un retrato, como especie de ritual, prendo una vela y me conecto con mi interior, pues soy muy espiritual. Asimismo aprovecho y le pido a la entidad suprema para que me use como instrumento'.
Desde su perfeccionismo procura reflejar en cada lienzo la figura humana tal cual como sus ojos la perciben. Le gusta encontrarse a sí misma en cada personaje, además de transmitir felicidad y realización en todas sus creaciones.
Como retratista tiene muchas anécdotas. Una que conserva como tesoro invaluable es la que se dio al pintar a una joven que falleció hace unos años en un accidente aéreo en Cali.
'La mamá de la niña me contactó y me dijo que quería que retratara a su hija en acuarela, en tono sepia y en gran formato. Antes de finalizarla se me ocurrió hacerle algo muy abstracto en la parte de atrás y de la nada le quedaron unas alas de arcángeles, cosa que no busqué hacerle. Cuando fui a entregar el cuadro y la mamá de la joven lo vio, se sentó y dijo con asombro: —¡mi hija es un ángel!—. De inmediato sentí mucha alegría de ver todos los sentimientos que el cuadro le había generado'.
En cuanto a su trayectoria, Lucy menciona que ha logrado retratar a muchos niños, mascotas y personajes, entre esos a Abril y a Luna, dos de las hijas de la influenciadora Sasha Fitness; a las dos sobrinas del actor y también esposo de la barranquillera Sofía Vergara, Joe Manganiello; a la actriz Angie Cepeda y a la bailarina y coreógrafa Martha Graham, entre muchos más. A su vez se ha autorretratado mediante la técnica del óleo, reflejándose en medio de una meditación, conectada con el cosmos, mostrando a su vez la lucha que se vive cuando se busca aquietar la mente y liberarla de pensamientos terrenales.
Hoy día se encuentra en Barranquilla, con la firme intención de afincarse en esta tierra donde se siente dichosa y entusiasmada. Desde aquí desea seguir retratando muchos más rostros, además de materializar prontamente una exposición de figura humana, sobre todo de expresión corporal, en gran formato.
Mientras tanto asegura, entre sonrisas, que el arte desde cada una de sus aristas sigue presente en sus días, pues en su tiempo libre disfruta de la pintura, del sentimiento que experimenta cuando canta ópera y boleros, de bailar hasta el cansancio y de embelesar sus oídos con las notas musicales de una canción de jazz o rock.