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Madurar y replantear su destino llevó a la comunicadora social Sofía Ruiseco a encontrar una pasión vehemente en el mundo del maquillaje. 

En ese camino de aprendizajes primeramente se graduó de la universidad y luego se trasladó a París (Francia), donde tenía como fin aprender francés y donde poco a poco se le fue presentando la oportunidad de acercarse a la industria de la moda, específicamente trabajando de la mano del diseñador Esteban Cortázar.

Posteriormente ingresó al área de Mercadeo en la empresa cementera Ultracem. Vivir esa experiencia fue necesaria para entender que su futuro no estaba en sintonía con el rol que estaba cumpliendo. Pero alterno a esto se dedicó a buscar en YouTube tutoriales que le permitieran descubrir, aprender y aproximarse al mundo del maquillaje.

En un verano aterrizó en Madrid (España), con el propósito de ingresar al Condé Nast College Spain. Allí llegó para realizar un curso que estaba relacionado con fashion styling. En este aprovechó la realización de las sesiones fotográficas para canalizar su concentración en el maquillaje. Esto finalmente fue esencial para que recibiera conocimientos de forma empírica.

'Cuando retorné a Colombia hice un curso de automaquillaje con Sofía Aldana. Con ella mejoré mis técnicas. Luego conocí a la maquilladora Andrea Burbano y se me dio por preguntarle si ella dictaba cursos profesionales. Cuando me respondió que sí le comenté que yo quería aprender a maquillar a la gente y me dijo que de una. Hablé con mi mamá y ella me expresó que me veía muy metida en el tema y que me apoyaría regalándome el curso'. 

Fue así como Sofía, hoy día de 27 años, renunció a su trabajo para dedicarse 100% a su curso y brindar servicios en maquillaje social, haciéndolo a domicilio o en el baño de su cuarto. Explica que luego de un tiempo esta experiencia pudo trasladarla a un estudio de maquillaje, lugar que materializó como su sitio soñado. Allí —dice— pudo perfeccionar sus técnicas, conocer a muchas personas y mostrar el talento que tenía en sus manos.

En ese proceso también descubrió su gusto por enseñar. Sumergirse totalmente en este arte finalmente la llevó a repensar en qué estaba pasando con sus relaciones sociales, pues cada vez más se hacía imposible compartir tiempo de calidad con sus más allegados.

'Yo me di cuenta que me compenetré tanto que no estaba teniendo vida social, así que me puse a pensar en qué era eso que tenía relación con el maquillaje que podía hacer sin que me consumiera tanto, y fue ahí que llegó la idea de dedicarme a los talleres de automaquillaje y de cerrar mi estudio'.