Para el artista plástico Carlos Vergara el arte, la cultura e incluso el Caribe giran en torno a la melancolía. Aunque se considera una persona sociable, que intenta siempre 'ver el lado positivo' a las situaciones, este barranquillero encontró en este sentimiento y en la nostalgia una 'fuente de inspiración' de la que se 'alimenta' y 'potencializa' su hacer.
Por eso su más reciente trabajo, Caribbean Dreams, lo define bajo dos palabras que para él son claves: melancolía tropical, esa que aumentó al dejar Barranquilla y radicarse en Viena (Austria) hace siete años para fortalecer su profesión como artista. Esta obra, que estará expuesta hasta principios de septiembre en el museo Mapuka de la Universidad del Norte, consta de tres fotografías y una escultura que están inspiradas en 'los clichés del imaginario del Caribe' y la exotización del mismo.
Para crearlas recurrió a sus memorias, lo que para él significa el Caribe, sus orígenes y los recuerdos de su hogar. Memorias, por ejemplo, de cuando se encontraba de niño frente a un papel dibujando con un lápiz durante horas o compartiendo con su familia en cualquier espacio, siempre rodeado de sillas rojas marca Rimax.
'De cierto modo, el título de la obra es también un chiste porque salió de una tienda que se llamaba así (Caribbean Dreams) al principio del siglo, que vendía la idea surfista y californiana (...) En Barranquilla se ve como algo superior lo que sucede fuera, y al final el Caribbean Dreams vendía esta idea californiana y que no tiene nada que ver con el caribe colombiano'.
Por eso, a través de sus fotografías intentó 'recrear un escenario ficticio y medio teatral' en el que, a través de los collage, que van 'desde lo tridimensional a lo bidimensional', quiso plasmar ese paisaje caribeño 'exotizado' como lo son las palmeras, los atardeceres, la flora y fauna, entre otros.
Dentro de Caribbean Dreams también se destaca una escultura en la que se puede observar una pila de sillas Rimax rojas, rodeadas de arena y en el centro de ellas está ubicada una palmera. Para Carlos, esta es 'una oda a la memoria' porque estas sillas 'están en todos lados', por ejemplo, en los paseos a la playa, en las reuniones sociales, en las casas de la Costa y otros lugares más que hacen que el artista se transporte a sus recuerdos y 'potencialice' su melancolía.