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'La vida te lleva a donde tienes que estar y donde tienes que regalarle al mundo'. Con esta frase el actor, el clown y el maestro de arte dramático Braian Aburaad inicia su discurso que entreteje con sus recuerdos.

De pequeño disfrutaba de los actos de clausura escolar porque desde ahí se propiciaba su participación en obras teatrales y coreografías de danza. Como encuentro fortuito, en la secundaria conoció al profesor Breiner Saleth, un actor empírico e improvisador que hacía parte del grupo Proscenio Teatro y quien le inculcó el amor por las artes escénicas.

'Al graduarme, a mis 16 años, empecé a estudiar Matemática pura y al tiempo me dediqué a trabajar en una empresa de recreación y animación de fiestas. Estando allí recibí talleres de payaso y de pantomima'.

Al cumplir su ciclo, sus pasos lo condujeron a iniciarse como animador. Después de un año conoció a algunas personas que laboraban en el área de salud ocupacional para empresas desde el teatro, con quienes posteriormente se dedicó a ser mimo.

'Como no tenía formación en el tema, me puse a buscar en YouTube y me encontré con Marcel Marceau, quien se convirtió en mi gran inspiración y quien me llevó a explorar la sensibilidad por el arte (...) Un día cualquiera llegué a la facultad de Bellas Artes de la UniAtlántico y estando allí conocí a varios estudiantes de Teatro, quienes me impulsaron a iniciar algunos cursos de extensión en Teatro. Luego conocí a Gisette Pérez, egresada de Arte dramático, quien permeó mi decisión de tomar la actuación como carrera'.

Sin flaquear, se enfocó en hacer muchas obras de teatro. Pero un día cualquiera, al cursar sexto semestre de Matemática pura, llegó a casa de sus padres y con lágrimas expresó que su destino estaba ligado con las artes escénicas. Fue así como poco tiempo después se topó con Andrés Vásquez, que hacía teatro, y junto a él creó Vivadi Teatro, una compañía especializada en técnica clown, improvisación y teatro gestual.

'Esta nos abrió muchas puertas en el gremio teatral, pero otras se nos fueron cerrando porque decían que nosotros no podíamos hacer teatro si no lo habíamos estudiado. Esos comentarios nos impulsaron mucho, tanto que él y yo nos formamos en ese campo. En el primer semestre se me presentó la oportunidad de hacer mi primera película, Bolaetrapo, en la que hice a un zoófilo, llamado Ramiro'.

Posterior a esa primera experiencia se dedicó a ser extra y figurante. Estuvo en El Joe, la leyenda y Polvo carnavalero. Luego llegaron a él un cortometraje de la Universidad Autónoma del Caribe y varias obras teatrales.

A pesar de que sus estudios se alargaron más de lo previsto, debido a sus compromisos, se siente dichoso porque contó con una formación guiada por 'excelentes profesores' como —por ejemplo— la docente y actriz española Resurrección Belmonte, que desde la actuación lo inspiró a descubrir sus talentos.

Es un adepto del clown porque a través de este, desde su adultez, se ha permitido explorar su ridículo y su niñez. Ha sido, incluso, el campo que le ha dado las herramientas para sobrellevar el hecho de'sentirse vulnerable y muy desnudo' frente a las cámaras y en los escenarios.

'Las herramientas clownescas le permiten al actor esa desnudez sin vértigo. También te abren en alma, en emoción y en pensamiento, sin importar los juicios de la gente. A mí el clown me ha llevado a tener un carácter más abierto, a autoaceptarme y a aceptar al otro'.