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Alejar a los niños de la violencia y las drogas es lo que motiva a Flor Martínez a trabajar con comunidades vulnerables. Lo hace desde que tiene 16 años.

Está misión la está consolidando con el proyecto Yogarte, en el que combina la terapia ocupacional, la arteterapia y la enseñanza del yoga. En él ha acogido, sobre todo, a menores de edad de escasos recursos, que junto a sus padres, aprenden, desde el arte y el yoga, sobre el cuidado del medio ambiente, el respeto, los valores, educación sexual y cuidado del cuerpo, entre otros.

Flor la define como una 'escuela integral' en la que trabaja de 'forma preventiva'. Resalta que cuenta con el apoyo de un grupo de voluntarios que brindan acompañamiento en sus talleres con las comunidades. En estas actividades se trabaja de manera muy didáctica, explica.

'También hemos tenido colaboración de bailarines, actores de teatro, personas del Planetario y la Nasa que han venido a hacer actividades para los niños y niñas. La idea es que sea una escuela en la que puedan aprender de todo un poco y vean oportunidades de estudio y ocupación distintas a las que normalmente tienen'.

La idea de Flor es que todos, tanto niños como adultos que asisten a los talleres, puedan transmitir lo que aprenden y que esos conocimientos no se queden en el ecocentro, sino que el mensaje y esa filosofía de vida, como lo es prevenir la violencia y tener una vida digna, se replique primero en sus hogares y luego se expanda en los territorios que habitan.

Sus talleres los dicta en su ecocentro bautizado como La montaña sagrada. Es una casa blanca ubicada en la cima de una montaña en el corregimiento de Guaimaral, del municipio de Galapa. Flor, que creció en el campo rodeada de la naturaleza, explica que desde siempre ha tenido una 'conexión' espiritual con la madre tierra. Por eso, a través de su trabajo busca devolverle todo lo que a diario le da. Por ejemplo, los alimentos que consumen vienen de los cultivos que ella misma tiene en su hogar como el ñame, el maíz y la yuca, entre otros.

Con su trabajo en el campo busca preservar los saberes ancestrales de los indígenas que habitan la zona y ayudar a todo aquel que necesite sanar física y espiritualmente de la mano de la naturaleza.