Jorge Mario Bergoglio lleva el testamento de su abuela guardado en su libro de oraciones.
Esa conexión, en apariencia filial, está teniendo un profundo peso en el mundo católico de hoy. Porque cuando la migrante italiana Rosa Margherita Vassallo le escribió a su nieto en Argentina sus palabras finales, quería dejarle un legado de fe, como el de cualquier cristiana piadosa. Pero hizo algo más: ella había tenido la valentía de trabajar por los demás y durante su vida intensa se había subido a las mesas a dar conferencias políticas y liderado grupos de Acción Católica sin desfallecer.
'El sudario no tiene bolsillos', escribió, entre muchas otras cosas, para que el entonces sacerdote no olvidara que debía ser humilde y desestimar los bienes materiales. Bergoglio, con el testamento guardado en su breviario, fue cardenal, y el 13 de marzo de 2013 terminó por ser elegido papa de la Iglesia católica y el primer sudamericano en ese cargo.
Ahora, con el testamento de su abuela, la mujer que más influyó en su vida, está cambiando la manera de regir la Iglesia católica y ha promulgado un estilo carismático, de sencillez pasmosa, que conmueve tanto como produce reacciones encontradas. Pero que no es un intento mediático por lucir bien: quienes lo conocen recuerdan que siempre, en Navidad, comía frugal algo frío, incluso gaseosas y sánduches de queso, servía el vino a sus invitados y no dejaba de preferir camas sencillas cuando le ofrecían los más lujosos dormitorios.
Con la gente
En Argentina, cuando fue elegido, un testimonio de un habitante de una villa miseria conmovió a la prensa cuando recordó que siendo cardenal visitó a una familia y se sentó a la mesa a tomar la sopa de fideos que ellos le invitaron 'porque compartían la comida pero también el corazón', Una mujer que trabajaba en la limpieza en el aeropuerto de Buenos Aires, cuando supo que un periodista viajaría al Vaticano a entrevistarlo, le pidió que le llevara un mensaje en una servilleta, en el cual le pedía al pontífice que rezara por su hijo drogadicto. Él la llamó de vuelta por teléfono y habló con la madre y su hijo. Le dijo que su devoción de mamá era 'un ejemplo de santidad'.
Y así ha abrazado enfermos, ha invitado a mendigos a desayunar con él y hasta desechó la idea de dormir en la lujosa habitación del Vaticano dispuesta para él y prefirió el sencillo hospedaje de eclesiásticos donde dormía antes de ser Pontífice. Es más, cuando vio el espacio de diez cuartos con piso de mármol exclamó: 'Ahí caben 300 personas'.
Pero además optó por el nombre de Francisco cuando fue elegido papa porque le recordaba la humildad del santo de Asís y prefirió manejar un Renault 4 con 30 años de historia y 300 mil kilómetros acumulados en sus ejes porque los aspavientos de montarse en un papamóvil le parecieron distantes de su labor de estar con la gente.
Su propio estilo
En nueve meses ha impuesto en la agenda del mundo temas como la distribución de la riqueza, la justicia social y real, la modernización de las instituciones católicas y la lucha contra la pederastia. Y por si fuera poco, ha empoderado a la mujer y defendido a los ancianos, ha hablado en contra de las tentaciones del poder, se ha confesado 'un pecador' como cualquiera de los comunes mortales, ha dado entrevistas a bordo de un avión y ha salido a mojarse bajo la lluvia para saludar a la gente que acude a conocerlo. Frente a los temas más álgidos, como la homosexualidad, dijo una de las frases del año: '¿Quién soy yo para juzgar?'.
Así, de poco en poco, se ha ido ganando un lugar en la historia. En sus alusiones en contra de la veneración a lo económico dijo: 'El dinero debe servir, no gobernar', y exclamó que el mundo está en 'peligro' porque no manda el ser humano sino el dinero.
También recalcó que 'la dignidad no es la que da el poder, el dinero, la cultura. La dignidad nos la da un trabajo digno', mientras acusaba a los sistemas sociales, económicos y políticos actuales de abusar de las personas laboralmente. Frente al amor dijo las parejas pueden 'pelear lo que quieran pero nunca terminen una jornada sin hacer las paces'.
Con su intervención, detuvo un casi inminente ataque contra Siria por parte de Estados Unidos. Y con su carisma reúne más de 70 mil personas en Roma en cada homilía suya en la Plaza de San Pedro y convocó a tres millones en su visita a Brasil de este año.
Todo, sin dejar de ofrecer su humildad. Quizás porque se lo pidió su abuela Rosa en el testamento que él guarda consigo, y él también lo aclaró en su primer día de pontificado: 'Me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres'.
Dicho por el papa
- 'Un poco de misericordia cambia el mundo, lo hace menos frío y más justo'.
- 'No olvidemos que el verdadero poder es el servicio'.
- 'Ustedes son pastores, no funcionarios; son mediadores, no intermediarios', les dijo a los sacerdotes.
- 'La consagrada es madre, debe ser madre y no una solterona', dijo a las monjas.
- '¡Cuánto daño hace la vida cómoda, cuánto daño hace el bienestar! El aburguesamiento del corazón nos paraliza', dijo en la canonización de la colombiana Laura Montoya.
- 'Yo no quise ser papa'.