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Montevideo, 30 nov (EFE).- Tabaré Vázquez, el reputado oncólogo que en 2004 se convirtió en el primer mandatario de izquierdas en la historia de Uruguay, volverá a ser el presidente del país al ganar hoy las elecciones presidenciales amparado por su mística, su confianza, su falta de errores y el recuerdo de sus éxitos pasados.

A sus casi 75 años, el doctor devenido en figura de la política uruguaya, se convertirá el 1 de marzo cuando tome la banda presidencial de su correligionario José Mujica en una de las tres únicas personas en la historia del país en haber sido elegida presidente en dos ocasiones, un éxito no menor para el primer médico salido del humilde barrio montevideano de la Teja.

Su éxito, sin embargo, es cualquier cosa menos una sorpresa, particularmente después del resonante triunfo obtenido por su agrupación, la coalición de izquierdas Frente Amplio, en la primera ronda electoral el pasado 26 de octubre.

Allí, Vázquez obtuvo casi el 48 % de los sufragios y liquidó de un golpe prematuro las esperanzas de los opositores y los pronósticos de las encuestas, que esperaban un resultado mucho más bajo.

Esos datos hicieron en la práctica que sus rivales en el balotaje, los nacionalistas de Luis Lacalle Pou, no tuvieran opciones reales en la segunda vuelta, algo de lo que Vázquez era muy consciente.

Así, calmo, tranquilo, asertivo, sin variar su plan de campaña lo más mínimo, Vázquez se limitó a no caer en errores, y, ocasionalmente y con gran astucia política, limar las pocas opciones de sus rivales para captar votos con reuniones con dirigentes opositores.

Durante toda la campaña se centró en recordar los éxitos de los los últimos años de Gobierno del FA y en el miedo que un triunfo de la oposición de derechas podría suponer para los proyectos en los que está embarcado el país, bajo el lema 'Uruguay no se detiene'.

Su promesa es continuidad, crecimiento, y alguna tenue reforma en políticas educativas, de sanidad y seguridad, las principales críticas de la oposición al FA y las mayores preocupaciones de los ciudadanos según las encuestas.

Considerado como un candidato imbatible por el FA tras haber dejado la Presidencia del país en 2010 con una popularidad del 80 %, una cifra sin precedentes desde que existen estudios estadísticos, ni él ni su entorno prestaron mucha atención al crecimiento de la oposición, a quienes las encuestas ubicaban con posibilidades de arrebatarle la primera magistratura del país en una segunda vuelta.

Impasible a las críticas, fue el único que pareció no sorprenderse en todo el país por su éxito en la primera ronda, y por eso tampoco se regodeó en su victoria.

Vázquez no pudo presentarse en 2010 a una reelección inmediata debido a la prohibición expresa de la Constitución uruguaya a los mandatos consecutivos y dedicó sus primeros meses fuera de la Presidencia a descansar y a trabajar en una de sus obsesiones personales, la lucha contra el cáncer y el tabaquismo.

En 2011, tras unas polémicas declaraciones sobre la relación de Uruguay con Argentina bajo su mandato, en las que reconoció haber pedido ayuda a Estados Unidos por si el conflicto que mantenía con Buenos Aires por la instalación de una planta papelera en la frontera común iba a mayores, Vázquez decidió llamarse a silencio y desaparecer de la vida política.

Sin embargo, nadie creyó este retiro y pronto sus compañeros del FA comenzaron a postularlo como candidato 'natural' para sustituir a Jose Mujica al frente del país.

Así, en noviembre de 2013 su partido lo postuló formalmente como candidato a la presidencia en las internas, en donde se midió a Constanza Moreira.

El político ganó por una abrumadora mayoría, aunque su actitud, calificada de soberbia y distante con su rival de entonces, le valió algunas críticas internas.

Cuarto hijo de un obrero y de una ama de casa, está casado hace 50 años con María Auxiliadora Delgado y tiene cuatro hijos, uno de ellos adoptado.

Catedrático en Oncología Radioterápica, creó un centro terapéutico especializado en el que sigue trabajando y en la Teja fundó una policlínica y un comedor social que funcionan hasta hoy.

Fanático del fútbol, fue presidente del club Progreso y logró que el equipo pasase de tercera división a campeón nacional en 1989.

Este hecho le valió la fama de buen gerente y le abrió el camino para su postulación como intendente (alcalde) de Montevideo, cargo que ocupó de 1989 a 1995, y que le convirtió en el primer edil de izquierda de la capital, que reúne a más de la mitad de los 3,2 millones de uruguayos.

Vázquez fue candidato presidencial en 1994 y en 1999, cuando fue el aspirante más votado aunque no alcanzó la presidencia debido a la alianza entre los partidos Nacional y Colorado.

Con un perfil más reservado, cauto y concienzudo que el actual presidente, sus mayores críticos lo acusan de ser intransigente y personalista.