Una multitud estalló en vítores cuando un adolescente, cubierto de polvo, fue sacado el jueves de entre los escombros de un edificio de siete plantas en Katmandú que se derrumbó hace cinco días por el devastador terremoto que sacudió Nepal.
Pemba Tamang fue trasladado al exterior en una camilla. Su rostro estaba cubierto de polvo y personal médico le había colocado una vía en el brazo, así como un collarín azul en el cuello. El joven parecía aturdido, y parpadeó al verse bajo la luz del sol.
Rescatistas nepalíes, apoyados por un equipo estadounidense de respuesta a desastres, trabajaron durante horas para poder liberar a Tamang, que según la policía tiene 18 años.
L.B. Basnet, el agente de policía que se arrastró por un hueco entre los escombros para llegar a Tamang, dijo que el joven respondía sorprendentemente bien.
'Me dio las gracias cuando me acerqué a él', dijo Basnet. 'Me dijo su nombre, su dirección y yo le di algo de agua. Le aseguré que estábamos cerca de él'.
'No estaba demasiado profundo, pero las plantas se habían derrumbado y él quedó emparedado entre ellas', dijo Andrew Olvera, responsable del equipo de la Agencia para Desarrollo Internacional de EE.UU. (USAID por sus siglas en inglés) que ayudaba a los nepalíes, poco después del rescate.
Unas barras de acero torcidas evitaban que grandes losas de concreto se desplomasen sobre el sitio. Dos placas de concreto colgaban en la parte delantera como cortinas.
'Toda la operación es peligrosa', agregó. 'Pero es riesgo frente a ganancias. Para salvar una vida, lo arriesgaríamos casi todo'.
La del rescate fue una de las escasas buenas noticias que se producen en una ciudad sumida en la desesperación desde el terremoto que remeció el país el sábado, causando más de 5.500 muertos en el país del Himalaya, que era ya uno de los más pobres del mundo.
Preguntado por cómo Tamang había logrado sobrevivir tantos días, Basnet respondió: 'Sobrevivió por la fe'.