Luego de solicitarle la renuncia a todos los ministros de su gabinete y de pedir 72 horas para decidir 'quiénes se marchan y quiénes se quedan', la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, ratificó en el cargo a su ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz, quien se encuentra en Holanda representando a su país en el litigio que mantiene con Bolivia, quien pide una salida soberana sobre el Océano Pacífico.
Al cierre de esta edición, Muñoz era el único ministro que Bachelet había mantenido en el cargo.
La remodelación del gabinete se da en momentos en los que la popularidad de la presidenta Bachelet ha caído por debajo del 30 por ciento, el nivel más bajo en toda su trayectoria política, afectada por los escándalos político financieros que están siendo investigados por la Justicia y que han dañado la imagen del Ejecutivo, además de salpicar a su propia familia.
Las imputaciones terminaron por contaminar el círculo más cercano de Bachelet, incluido el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, quien no ha logrado aclarar satisfactoriamente la recepción de honorario procedentes de empresas vinculadas a los casos investigados en plena campaña electoral en 2013.
Pero, sin duda, el golpe más duro para Bachelet ha sido el que su propio hijo, Sebastián Dávalos, esté involucrado en un negocio inmobiliario que le reportó millonarias ganancias y que esté siendo investigado por eventual tráfico de influencias y uso indebido de información privilegiada.
Para enfrentar deterioro de las instituciones y la pérdida de apoyo, Bachelet ya había anunciado la semana pasada un duro plan anticorrupción así como el inicio en septiembre próximo de una consulta popular para la elaboración de una nueva Constitución.