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Los frustrados y molestos líderes de la eurozona dieron ayer al primer ministro Alexis Tsipras una última oportunidad de presentar una propuesta viable sobre cómo salvar a su país de la ruina financiera.

Tras superar su sorpresa de ver que Tsipras no presentó un plan detallado, los líderes europeos acordaron a regañadientes sostener una última cumbre el domingo, ya que –dijeron– eso daría a ambas partes una oportunidad de evitar el colapso de la desafiante nación helena.

A solo unos días de que los bancos de Grecia caigan en una parálisis que podría alejar al país del euro, Tsipras llegó solo con propuestas vagas y el compromiso de respaldarlas el jueves con números reales y un plan más detallado.

'Ya veremos si el domingo este asunto está resuelto de una vez por todas', dijo el primer ministro italiano Matteo Renzi.

Pero la paciencia entre los aliados se ha ido desgastando.

'Había una promesa para hoy –ayer–. Luego prometen que para mañana', dijo la presidenta lituana Dalia Grybauskaite. 'Para el gobierno griego siempre será mañana'.

Tsipras llegó animado por la victoria en el referéndum del domingo, en el que la mayoría de los griegos respaldaron su llamado a rechazar las reformas de austeridad que los acreedores habían propuesto.

Pero esa victoria nacional no pareció darle mucha ventaja en las pláticas con los acreedores extranjeros, que saben que Tsipras necesita llegar pronto a un acuerdo para mantener su país a flote. Los bancos están cerrados desde la semana pasada y no reabrirán antes del jueves, los retiros de efectivo se han limitado durante el mismo periodo y el comercio diario a lo largo del país prácticamente se ha paralizado.

Los líderes europeos reaccionaron con sorpresa y enojo cuando se enteraron que Tsipras aún no tenía una propuesta por escrito para un nuevo rescate financiero. AP