Johannesburgo. Cuando los restos del león Cecil fueron hallados después que lo hicieron salir de una reserva natural en Zimbabue para que lo matara un cazador estadounidense, sólo quedaban unos huesos despellejados que los buitres habían estado picoteando durante casi una semana.
Los especialistas en vida silvestre resolvieron que lo más conveniente era dejar los huesos para que las hienas acabaran de comerlo todo, dijo Brent Stapelkamp, miembro que un equipo que rastreaba y estudiaba a Cecil desde hacía nueve años.
Stapelkamp también está furioso y no solo debido a la muerte de Cecil. Dice que no es la primera vez que matan ilegalmente a un león en los alrededores del Parque Nacional Hwange en el noroeste de Zimbabue, una reserva rica en fauna silvestre. En los últimos años han matado a una decena de leones, dijo Stapelkamp y nadie ha respondido por ello.
'Creo que esto fue la gota que colmó el vaso', dijo Stapelkamp a The Associated Press vía telefónica desde la reserva de Hwange. 'Todo el mundo pensó, basta, no dejaremos que nadie más se salga con la suya'.
Stapelkamp adormeció a Cecil con un dardo y le colocó un collar rastreador GPS en octubre. Probablemente fue el último en acercarse a él antes de que el dentista de Minnesota Walter Palmer lo matara a flechazos y tiros y se llevara su cabeza de melena negra y su piel como trofeos. Stapelkamp había advertido a las autoridades cuando el collar GPS de Cecil dejó en emitir señales.
Brent Stapelkamp, investigador león y parte de un equipo que había seguido y estudiado Cecil león durante nueve años l