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Sobrevivieron a una de las peores atrocidades de la Humanidad: la bomba atómica de Hiroshima. Setenta años después, los 'hibakusha' (supervivientes) siguen estremeciendo al mundo con sus historias y ejerciendo un enérgico pacifismo.

Keiko Ogura tenía 8 años recién cumplidos cuando el 6 de agosto de 1945 a las 8.15 de la mañana local cuando la bomba bautizada con el nombre de ‘Little boy’ (niño pequeño) cayó sobre su ciudad y acabó con la vida de unas 140.000 personas. La ciudad quedó arrasada.

Aunque no fue herida físicamente, la pequeña Keiko fue testigo de una destrucción que nadie acababa de entender.

El Museo de la Paz, un sobrio edificio de Kenzo Tange situado en el centro del parque, recibe 1,3 millones de visitantes al año, de los que 260.000 son extranjeros. Allí trabaja Ogura como guía e interprete desde hace más de tres décadas. Sunao Tsuboi tenía 20 años cuando cayó la bomba sobre Hiroshima. Le pilló cuando caminaba hacia la universidad, a un kilómetro del epicentro, y sufrió graves quemaduras en la cara y el brazo que a los 90 años siguen siendo evidentes. Efe