La Habana. El día que una pareja de pensionados uruguayos cumplió el sueño de conocer La Habana, que habían aplazado por más de 40 años, llovió y la ciudad estaba paralizada por la primera visita de un presidente estadounidense en más de 88 años. 'Vaya manera de liarla…', dice ella arqueando las cejas en el asiento trasero del taxi, al enterarse de la coincidencia que sacudió los portales noticiosos del mundo y que ellos no previeron.
La llegada de Barack Obama confluyó con el inicio de la Semana Santa, un aguacero que cortó varias semanas de sol y la expectativa por un concierto gratuito con el que los Rolling Stones se proponen romper el récord de asistencia, fijado por los mismos roqueros septuagenarios en 400.000 espectadores. Diego y Laura también son septuagenarios, y solo querían pasar unos días en una playa sin mucho ruido, lejos del frío. Pero tuvieron que compartir su transporte desde el aeropuerto José Martí hasta el centro de la ciudad. No había suficientes carros para la cantidad de personas que arribaban, y los cierres viales en distintos puntos, para garantizar la seguridad, provocaban demoras mucho más largas de lo acostumbrado en el tráfico.
Obama llegó con su esposa, Michelle, sus dos hijas y su suegra. Adelantó su visita un día, pues inicialmente estaba programada para iniciar el lunes 21 de marzo. '¡Qué bolá!, Cuba', tuitió al bajarse del panzudo avión Air Force One, empleando el argot popular de la isla para decir '¿Qué tal?' como saludo. Ya antes había utilizado la expresión en un video que grabó con un humorista local llamado Pánfilo, y que se popularizó en redes sociales. Los cubanos bromean y comentan estos gestos. El misil de calidez y familiaridad que el presidente negro les lanzó ha dado en el blanco.