El gobierno belga buscó contener el domingo las críticas sobre su manejo a los atentados en Bruselas al tiempo que los investigadores lanzaron 13 operativos antiterrorismo en la capital y otras dos ciudades, con un saldo de cuatro personas detenidas.
En el centro de Bruselas, la policía antimotines disparó cañones de agua luego de que surgieran pequeños enfrentamientos en frente de la Casa de Bolsa, que se ha convertido en un sitio simbólico para que las personas rindan homenaje a las víctimas de los atentados del martes. Hombres vestidos de negro portaron una pancarta ofensiva durante una agitada protesta, pero fueron contenidos por la policía.
El ministro del interior, Jan Jambon, admitió el domingo que las décadas de negligencia han obstaculizado la respuesta del gobierno al extremismo violento. Dijo que el gobierno ha invertido 600 millones de euros (670 millones de dólares) en servicios policiacos y de seguridad en los últimos dos años, pero que el sistema judicial y los servicios de seguridad del país están muy atrasados.
Jambon, a quien el jueves el primer ministro le rechazó su ofrecimiento de renuncia, también reconoció algunas fallas previas a los atentados suicidas del 22 de marzo en Bruselas, en los que murieron 31 personas y otras 270 resultaron heridas.
'Ha habido errores', dijo a la televisora VRT.
El ministro dijo que toma tiempo contratar especialistas antiterrorismo y equipamiento especializado, e insistió en que la nueva inversión del gobierno necesita tiempo antes de entregar resultados visibles al público.
En tanto, los fiscales federales señalaron que los operativos del domingo estaban vinculados a 'un caso federal referente a terrorismo', pero no especificaron si había vínculos con los ataques del 22 de marzo.
Los 13 operativos se realizaron en la capital y las ciudades de Mechelen y Duffel, en el norte del país. Un juez investigador decidirá durante la jornada si las cuatro personas detenidas permanecerán bajo custodia. Otras cinco personas fueron liberadas tras el interrogatorio.
La presión internacional sobre Bruselas se ha incrementado por servir como una base para los extremistas que lanzaron los ataques del 13 de noviembre, en los que murieron 130 personas en París. Por lo mismo, el gobierno se ha visto obligado a defender sus decisiones y actos de los investigadores.
La policía y el ejército belga han sido desplegados, en ocasiones durante las 24 horas del día, en los principales sitios y edificios de la capital en números cada vez más altos desde noviembre, cuando Bruselas entró en un cierre general por el temor de que el principal sospechoso de los atentados en París, Salah Abdeslam volviera a la ciudad para ocultarse.