Tras asumir las riendas de Brasil después de que el Senado votó para suspender a la presidenta Dilma Rousseff, el mandatario interino Michel Temer prometió el jueves reactivar la estancada economía del país y continuar con una amplia pesquisa por corrupción que ya ha entrampado a altos líderes de su propio partido, e incluso a él.
Temer habló en el mismo salón angosto donde horas antes una desafiante Rousseff hizo las que podrían haber sido sus últimas declaraciones como presidenta. Él extendió una tímida rama de olivo a su compañera de fórmula en dos ocasiones, e indicó que quería que su presentación como mandatario fuera 'sobria' en reconocimiento de su 'respeto institucional' por Rousseff y de las profundas divisiones provocadas por la campaña de juicio político en su contra.
'Este no es un momento para festejos, sino de profunda reflexión', afirmó Temer en una caótica ceremonia de juramentación para los 22 integrantes de su nuevo gabinete. 'Es urgente pacificar a la nación y unificar al país. Nos urge formar un gobierno de salvación nacional, sacar a este país de la grave crisis en la que nos encontramos'.
El Senado votó 55-22 en favor de someter a Rousseff a juicio político por las acusaciones de que su gobierno violó las leyes fiscales al administrar el presupuesto federal. Ella insistió en que las acusaciones son infundadas, ya que el tipo de maniobras financieras que se le achacan han sido de uso común por parte de otros presidentes de Brasil, que no sufrieron repercusiones por ello.
Fue suspendida inmediatamente durante 180 días a la espera de un juicio en el Senado. Si dos terceras partes de la cámara alta deciden que cometió delitos, Temer continuará en el poder el resto del mandato que correspondería a Rousseff, el cual concluye en diciembre de 2018.
Rousseff sostuvo que la acción tomada en su contra equivale a un 'golpe de Estado' orquestado por opositores hambrientos de poder y proclives a revertir los programas sociales gubernamentales que sacaron de la pobreza a aproximadamente 35 millones de brasileños durante los 13 años que ha estado en el poder su Partido de los Trabajadores, de tendencia izquierdista.
Ella ha dicho que el 'principal conspirador' en su contra fue Temer, el antiguo líder del Partido del Movimiento Democrático, de tendencia centrista, el cual es más conocido por lograr acuerdos tras bambalinas que por tener una posición ideológica específica.
En declaraciones justo antes de salir del palacio presidencial, Rousseff dijo que no se daría por vencida.
'Soy víctima de una gran injusticia', dijo la exguerrillera marxista que ascendió al poder en 2010 a la sombra de su muy popular predecesor y mentor, Luiz Inácio Lula da Silva.
'He luchado toda mi vida y voy a seguir luchando', afirmó, e indicó que ella y sus partidarios podrían lanzar una campaña de protestas y huelgas que complicaría el gobierno de Temer.
Los analistas dicen que la falta de habilidad política de Rousseff y el desplome económico de Brasil fueron factores importantes en la caída de la mandataria. Se prevé que la economía brasileña se contraiga casi 4% este año después de un 2015 igualmente pésimo, y la inflación y el desempleo rondan el 10%, un fuerte declive después de que el gigante sudamericano disfrutó un crecimiento estelar durante más de una década.
Para complicarle más las cosas a Rousseff, la enorme red de sobornos descubierta en Petrobras dejó al descubierto una arraigada corrupción en todo el espectro político, e implicaba a altos funcionarios del Partido de los Trabajadores y de la oposición, así como a algunos de los empresarios más destacados del país.
Temer ha sido implicado por testigos en el escándalo, pero no se le han fincado cargos. El principal impulsor del juicio político, Eduardo Cunha, expresidente de la cámara baja, enfrenta cargos en el escándalo y fue suspendido la semana pasada de su puesto en el legislativo por acusaciones de corrupción y de interferir con la justicia.
Aunque los partidarios de Rousseff han expresado su preocupación de que Temer podría intentar socavar la investigación de Petrobras, el líder interino prometió que ésta continuaría sin obstáculos.
La pesquisa se ha convertido en una 'referencia', afirmó, 'y como tal merece ser seguida de cerca y recibir protección contra cualquier interferencia que pudiera debilitarla'.
Varios de los funcionarios asignados al gabinete de Temer también han sido imputados de cargos de corrupción y de otro tipo.
Su gabinete también ha causado cierto asombro porque todos son hombres blancos de edad media o avanzada, un punto especialmente controversial en este país en el que la mayoría de los habitantes no son blancos. Seis mujeres, entre ellas una negra, fueron incluidas entre los 39 miembros del gabinete de Rousseff cuando comenzó su segundo mandato el año pasado.
En respuesta a las afirmaciones de Rousseff de que él pretende desmantelar los programas sociales que ahora benefician a aproximadamente una cuarta parte de la población brasileña, Temer insistió el jueves en que los programas no solamente serán mantenidos, sino 'perfeccionados' bajo su liderazgo.
'Nuestro mayor desafío es contener el proceso de caída libre de nuestra economía', afirmó. 'En primer lugar, necesitamos equilibrar el gasto público. Entre más pronto podamos equilibrar nuestros libros contables, más pronto podremos reiniciar el crecimiento'.
El discurso inaugural de Temer como presidente interino estuvo empañado por varios momentos extraños, incluida una estampida de fotógrafos que salieron corriendo del atestado evento para captar imágenes de la policía mientras arrojaba aerosol pimienta a un pequeño grupo de manifestantes partidarios de Rousseff afuera del palacio.
Al presidente interino también se le fue la voz a la mitad del discurso, el rostro se le enrojeció y comenzó a enronquecer hasta que un asesor le dio unas pastillas.
La caótica ceremonia contrastó con el lema del gobierno de Temer —'orden y progreso'_, que es el mismo lema que engalana la bandera de Brasil.
'La expresión en nuestra bandera no podría ser más actual si hubiera sido escrita hoy', afirmó.