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La tensión era total en la sala de cine, Samuel L. Jackson le imprimía suspenso a las escenas inspiradas en el libro de Stephen King, Cells. En la traducción turca, Frekans.

Eran casi las once de la noche cuando Dina Rosa salía de cine y para ser un fin de semana en el centro de Ankara, la capital turca, las calles estaban relativamente solas, según narra ella.

'Recibí un mensaje del consulado para los colombianos que vivíamos en Estambul y Ankara, decía que tuviéramos cuidado porque las calles estaban militarizadas', relató Dina. 'Yo acaba de salir del cine y no entendía lo que pasaba'.

Dina Rosa Herrera vive desde octubre del año pasado en Turquía, y desde que llegó estudia el idioma, que aún no domina del todo, lo que no le permitía entender que estaba a punto de presenciar el último de los cinco intentos de golpe

de estado que ha vivido ese país y que dejó un saldo de 265 muertos y más de 2.800 detenidos.

'De repente empecé a ver que la gente corría hacia el lado contrario al que yo estaba, generalmente en ese lugar hay restaurantes con televisores y videos musicales pero esta vez, estaban las noticias. Lo que me pareció muy raro. Trate de descifrar lo que decía pero no entendí bien que era, así que un amigo me explicó que había un golpe de estado y que los militares se querían tomar el poder', contó la barranquillera.

En ese momento ya las calles turcas eran un caos. Todo el mundo trataba de encontrar una forma de llegar a casa y era casi imposible conseguir algún tipo de trasporte.

'Cuando iba llegando a mi casa, empecé a sentir los jets y los aviones que sobrevolaban por todas partes, el miedo era inevitable, no sabíamos a ciencia cierta lo que pasaba. Eso era lo peor, no saber que ocurría, acá (en Ankara) siempre hay atentados y desórdenes, pero esta vez no había información. Y eso hacía la situación más incierta', narró Herrera, quien adelanta sus estudios de posgrado en el país árabe.

Herrera vive en küçükesat, cerca de la zona céntrica de la capital turca y a solo cinco minutos de Kocatepe Camii, la mezquita más grande de Ankara, allí la situación era más tensa.

'Desde mi casa la zozobra era grande, podía sentir cerca los aviones que sobrevolaban muy bajo, era como si estuvieran junto a mí, además de las explosiones que se sonaban por el Parlamento, yo podía escuchar a la gente que corría y gritaba por las calles', comentó la costeña y agregó: 'En todo momento mi preocupación era hacerle saber a mi familia que yo estaba bien'.

A pesar de los anuncios que salieron en la prensa de restricciones en las redes sociales y el poco acceso a internet, Herrera dice que nunca estuvo incomunicada y mantuvo el intercambio de mensajes con su familia en el barrio San Felipe, de la capital del Atlántico, que siempre estuvo atenta a lo que ocurría en Medio Oriente.

'Eran casi las tres de la mañana ya y yo tenía mucho sueño, estaba cansada de correr y por la incertidumbre, pero mi familia y amigos no paraban de llamarme para preguntarme cómo estaba. Todos querían saber de mí y me preocupaba que si me quedaba dormida y no contestaba pensarían que me había pasado algo. A mí me preocupaban más ellos que querían saber de mí, que yo misma'.

Hoy en Turquía el ambiente aún es tenso, las personas no confían en salir del todo de su casa y el comercio poco a poco se restablece, muchos locales no abrieron y los que sí, cerraron temprano. 'Es fin de semana y las noticias de lo que realmente pasó, empiezan a conocerse. Hay un ambiente patriótico, los simpatizantes corren por las calles con banderas y suenan los pitos de sus carros', concluye Herrera desde el cuarto de su casa y comenta: 'Este lugar es bastante concurrido y ahora me asomé y está solitario, esperemos que mañana lunes todo vuelva a la normalidad'.