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Al menos 46 personas, en su mayoría peregrinos chiitas iraquíes, murieron este sábado en un doble atentado en el casco antiguo de Damasco, en uno de los ataques más sangrientos en la capital siria en seis años de guerra.

La capital siria, bastión del régimen del presidente Bashar al Asad, fue objeto de varios atentados desde que comenzó la guerra en 2011, pero logró mantenerse al margen de los combates que destrozaron otras ciudades y localidades del país.

'Hubo una bomba y un suicida se hizo estallar en el sector de Bab al Saghir', donde se hallan muchos mausoleos chiitas, informó a la AFP Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).

Rahman dio cuenta de al menos 46 muertos, entre ellos numerosos peregrinos chiitas iraquíes, y 'decenas de heridos, algunos graves'.

El ministerio de Relaciones Exteriores iraquí indicó por su parte que unos cuarenta ciudadanos iraquíes habían muerto y que había más de 100 heridos.

Según el ministro de Interior sirio, Mohamad al Shaar, el ataque fue contra 'peregrinos de diferentes nacionalidades árabes'. 'El objetivo era sólo matar', dijo.

La televisión estatal siria informó sobre 40 muertos y 120 heridos, evocando la explosión de 'dos bombas colocadas por terroristas', término con el que las autoridades hacen referencia a la oposición armada y a los yihadistas.

Autobuses destrozados

El canal mostró imágenes de varios autobuses blancos devastados, con los cristales rotos y las bodegas destrozadas. Otros estaban carbonizados.

En el suelo se podían ver zapatos, gafas y sillas rodantes esparcidos junto a charcos de sangre.

De momento el ataque no fue reivindicado.

El sector del atentado de este sábado está situado en una zona en donde hay numerosos mausoleos chiitas, considerados como etapas de peregrinaje, pero también mausoleos sunitas.

En los últimos años se produjeron varios atentados sangrientos en Sayeda Zeinab, una importante etapa de peregrinación chiita cerca de Damasco.

La mayoría de los atentados fueron reivindicados por grupos yihadistas hostiles a Irán y al movimiento chiita libanés Hezbolá, principales aliados del régimen de Bashar al Asad.

El ataque más mortífero se produjo el 21 de febrero de 2016, provocando la muerte a 134 personas, entre ellas 97 civiles. El ataque fue reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) que controla territorios en el este del país.

Este grupo, que tomó el control de importantes zonas en el norte y este del país en 2014, perdió un importante cantidad de sus conquistas los últimos meses.

En Raqa, la 'capital' de su autoproclamado 'califato', se encuentran rodeados por las tropas turcas y sus aliados rebeldes sirios, las fuerzas leales a Damasco apoyadas por Rusia y una alianza árabo-kurda respaldada por Estados Unidos.

Estado Islámico retrocede en Mosul

La guerra en Siria, que comenzó luego de la represión de las manifestaciones de reclamo a mayor democracia, dejó unos 310.000 muertos y se convirtió en un complejo escenario en el que están implicados múltiples actores y potencias internacionales.

El grupo yihadista EI está también en el norte del vecino Irak, asediado por las fuerzas leales a Bagdad que intentan desalojarlo de su otro bastión, Mosul, segunda ciudad del país.

Las fuerzas iraquíes lanzaron una operación en esa ciudad el 17 de octubre. A fin de enero tomaron el este y desde mediados de febrero lanzaron operaciones para conquistar el sector occidental.

El viernes, las fuerzas especiales iraquíes tomaron los barrios de Al Amil al Ula y Al Amil al Thaniya, según el comando conjunto de las operaciones, que coordina la lucha contra EI en el país.

EI 'perdió numerosos combatientes (...), el enemigo comienza a desmoronarse', indicó por su parte a la AFP el general Maan al Saadi, un comandante de las fuerzas especiales.