Estados Unidos lanzó anoche un ataque con misiles contra una base aérea en Siria, ordenado por el presidente Donald Trump, a pesar de una severa advertencia de Rusia sobre las 'consecuencias negativas' de una acción militar unilateral.
El ataque es 'vital para la seguridad nacional', dijo el propio Trump, quien recordó que el líder sirio, Bashar al Asad, atacó con gas neurotóxico a 'hombres, mujeres y niños indefensos'.
Para Trump, 'todos los países civilizados' deberían contribuir al fin del conflicto en Siria.
Este ataque constituyó la respuesta estadounidense a un presunto ataque químico que dejó al menos 86 muertos esta semana en el noroeste de Siria y provocó la indignación de la comunidad internacional. Washington culpó a Asad por el ataque.
Una fuente del Pentágono informó que 50 misiles teleguiados Tomahawk habían sido lanzados, en especial contra la base aérea siria de Shayrat, desde donde analistas estadounidenses están convencidos que partió el ataque con un gas neurotóxico.
Poco más tarde, la televisión estatal siria confirmó los ataques y los calificó como una 'agresión' por parte de Estados Unidos.
En tanto, una fuente de la Casa Blanca que solicitó el anonimato responsabilizó directamente a Asad por el ataque y aseguró que fue utilizado un gas similar al sarín.
Más temprano en la misma jornada, peritos de Turquía que atendieron a víctimas del ataque, habían asegurado que se trataba de sarín, un gas neurotóxico que puede provocar la muerte en pocos minutos.
Severa advertencia rusa
En la tarde del jueves, el Consejo de Seguridad de la ONU no logró alcanzar un acuerdo sobre una resolución sobre Siria, cuando ya se había divulgado la información de que la Casa Blanca tenía listos los planes de ataque.
En ese cuadro, la delegación rusa formuló un claro alerta a Washington sobre los riesgos de actuar militarmente y de forma unilateral en el conflicto sirio.
'Si hay una acción militar, toda la responsabilidad recaerá sobre los que hayan iniciado una empresa tan trágica y dudosa', declaró el embajador ruso ante la ONU, Vladimir Safronkov, a la salida de una reunión del Consejo de Seguridad sobre Siria.
Este ataque con misiles significa que Washington pasó a implicarse directamente en la catástrofe siria, en un claro vuelco en la estrategia política y militar de Estados Unidos tras seis años de guerra civil.
El secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, había sido más explícito al prometer una 'respuesta apropiada' al ataque del martes.
Cambio de postura
Mientras la ONU movía las piezas, un funcionario del Pentágono informó a la prensa que ya había enviado a la Casa Blanca una serie de posibles acciones militares en Siria, en especial contra bases aéreas del gobierno sirio para limitar su capacidad de acción.
Simultáneamente, buques de guerra estadounidenses armados con misiles Tomahawk cruzaban el Mediterráneo oriental.
Esto representa un evidente giro en la política de Estados Unidos hacia Siria.
Hace apenas una semana, la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, dijo que la salida de Asad del poder no constaba entre las 'prioridades' de Washington.
El mismo Tillerson señaló que el futuro del líder sirio debía ser decidido por los propios sirios.
El presidente ruso, Vladimir Putin, hizo un llamado a la comunidad internacional a no apresurar un juicio sobre lo ocurrido antes de que se realice una investigación completa sobre el uso de un arma química.