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Calzando sus tradicionales sandalias con suela de neumático para remontar la sierra Tarahumara del norte de México, indígenas rarámuri se coronaron ganadores por vigésimo primer año consecutivo del Ultramaratón de los Cañones, celebrado este fin de semana a campo abierto con atletas profesionales de todo el mundo.

Al grito de '¡Weringa!' (que en lengua rarámuri significa 'adelante') arrancó la serie de cuatro carreras que de viernes a domingo se celebró a lo largo de las empinadas pendientes de la barranca Sinforosa, en un camino minado de lodo, piedras y hasta un puente colgante.

Más de mil atletas de varios estados de México e incluso de países como Canadá, Estados Unidos, Rusia, España, Costa Rica y Ecuador, se presentaron al reto con zapatillas deportivas especiales y ropa con la última tecnología para minimizar los efectos adversos del viento, la lluvia o el sudor.

Pero estos artilugios no pudieron superar la destreza ancestral de los musculosos rarámuri, cuyo nombre en español quiere decir 'el de los pies ligeros'.

Más de un centenar de ellos se inscribieron al reto deportivo y muchos concursaron vistiendo sus huaraches y ropas tradicionales: largas faldas multicolores y pañoletas en la cabeza para las mujeres; calzones de manta con taparrabo y un camisón para los varones.

Cuatro rarámuris se coronaron ganadores de las carreras principales de 100 y 63 km en las categorías masculina y femenina.

'Nosotros no nos preparamos porque a diario tenemos que caminar y pues como no tenemos vehículo, por eso tenemos que caminar', dijo a la AFP un feliz Miguel Lara, el rarámuri de 27 años que después de correr durante 9 horas y 46 minutos ganó la carrera de 100 km.

'Es parte de la salud también y uno corre porque le gusta cuando hay más gente para convivir y aprender de los demás', añadió este hombre que ha ganado cuatro veces esta carrera y posee el máximo récord de 8 horas y 47 segundos.

Originario del pueblo Urique, Lara participó en el Ultimate Race Marseille 2017, que se celebró en Francia en junio pasado, aunque tuvo que abandonar la carrera por una lesión en la rodilla.

'He ido a Estados Unidos, Panamá, Francia y muchos estados de México', comentó orgulloso el ganador del premio de 25.000 pesos (1.400 USD) y padre de un niño de cuatro años, que ya realiza sus pininos en el arte de correr por la sierra.

Superando a la violencia

El Ultramaratón de los Cañones se celebra desde hace 21 años en el municipio de Guachochi, en la sierra del estado de Chihuahua, y esta vez consistió en cuatro pruebas pedestres de 10, 21, 63 y 100 kilómetros.

Chihuahua, junto con los vecinos estados de Sinaloa y Durango, forman la región conocida como 'Triángulo Dorado', tierra de cultivos de marihuana y amapola, así como de rutas de narcotráfico rumbo a Estados Unidos.

Constantemente, los cárteles locales se disputan estos territorios.

El 5 de julio, al menos 15 personas murieron cerca del remoto poblado de Las Varas, un área montañosa a más de siete horas de la capital de Chihuahua, donde estalló un enfrentamiento a tiros entre presuntos integrantes de bandas de narcotraficantes rivales.

Pero estos hechos no afectan la participación de deportistas en el Ultramaratón ni la de sus cerca de 2.000 espectadores, según Andy Cruces, de la Secretaría de Turismo de Chihuahua.

'He oído hablar mucho de los rarámuri y los quería ver correr con su vestimenta', dijo emocionado Quirio Gastarena, un asiduo corredor de montañas del País Vasco para quien la carrera en Chihuahua 'fue un reto personal'.

Para el rarámuri Arnaldo Javier Moreno, de 22 años, 'correr es mucha alegría y muchos recuerdos'.

'Cuando corro me acuerdo de mis amigos, y me gusta que haya paisajes y cosas para ir viendo', dice, tras ganar el quinto lugar en la carrera de 100 km.